Desde hace ya más de una semana, cuando cae la noche en España, sus ciudadanos se asoman al mismo tiempo a las ventanas y balcones y rompen en aplausos y silbidos. Los ánimos son para médicos como Mónika Vicente y enfermeros como Luis y María, que combaten en la trinchera contra el coronavirus, que en el país se ha cobrado ya 2 mil 696 vidas humanas y ha dejado al menos 39 mil 673 personas infectadas.
Pero también para los que cuidan a ancianos en una residencia; abastecen de comida un supermercado o salen cada día a recoger la basura de las calles. Un homenaje diario a los profesionales que hacen que el país funcione en una pandemia con una gravedad y emergencia social que el Estado compara con la Guerra Civil de 1936.
Mónika Vicente se prepara algo de comer. Acaba de salir tras 19 horas en Urgencias como jefa de hospital en el Hospital Rey Juan Carlos en Madrid. “Si esto es una batalla, somos la trinchera”, define. Madrid concentra mil 535 muertos y más de 12 mil afectados. Con dos décadas de experiencia como médico de urgencias, Mónika no se asusta fácil. Y ahora dice que su día a día “es el infierno en la Tierra”.
“La enfermedad es de contagio muy elevado. Cada 24 horas hay más y más enfermos, la mortalidad entre los ancianos es elevada y hay mucha afectación entre gente más joven sin patología previa. Esto no lo calculamos previamente ni pensamos en ningún momento que iba tener esta categoría de catástrofe”, se lamenta. Sólo en su última guardia, atendieron en su centro más de 160 pacientes con problemas respiratorios. Madrid, frente a la más que probable saturación de los servicios de salud, ha convertido su enorme recinto ferial, con 200 mil metros cuadrados, en un hospital de campaña.
“Este virus puede provocar insuficiencia respiratoria y neumonías bilaterales multilobares, muy complicadas. En general los jóvenes evolucionan bien, pero vemos que hay un rango entre los 50 y los 70 años que está muy afectado y no lo esperábamos. La solución para los pacientes con insuficiencia respiratoria severa y que se agotan respiratoriamente, es la intubación y que oxigenen lo más posible, ya que si el pulmón no funciona, te agotas y tienes una parada pulmonar y luego cardiopulmonar”, explica.
Dos armas con las que Mónika y el resto de los médicos contaban para este tipo de afecciones, como son los broncodilatadores nebulizados —dividir el medicamento líquido en pequeñas gotas— y la ventilación mecánica no invasiva, no las pueden usar ya que la propagación del virus aumenta terriblemente. “Tiene una capacidad de contagio muy elevada y el tiempo de enfermedad es muy prolongado, de cinco a 10 días con fiebre y síntomas respiratorios. Empieza levemente, pero luego, al quinto o séptimo día, pueden aparecer afectaciones en los pulmones”, dice. Como fármacos, administran antibióticos, hidroxicloroquina y retrovirales para el VIH como el kaletra.
México y el resto del continente latinoamericano tienen una ventaja frente al coronavirus: conocen el futuro. Sus primeros casos importados se han dado un mes después de los de Europa, que se ha convertido en el gran foco en el mundo occidental. Si se comparan las cifras de infectados por día, el aumento en México es prácticamente idéntico al del resto de países donde ha entrado el virus. En España e Italia, las nuevas grandes víctimas de la pandemia, los primeros casos se detectaron sobre el 1 de febrero, mientras en México fueron el 28 de ese mes. Los entrevistados españoles comentan que nunca pensaron que fuera a ser tan grave y que su gran error fue seguir haciendo una vida más o menos normal mientras el coronavirus se expandía.
“Yo estimo que México se encamina a una situación similar a la de España. Las medidas sanitarias de distanciamiento pueden hacer que se retrase el brote infeccioso, entendido como el momento en el que se empiece a pasar entre la población local, pero que va a llegar, va a llegar”, razona el doctor Gustavo Cruz, un matemático que ha realizado un modelo, en colaboración con epidemiólogos y médicos, para calcular cuándo estallaría el contagio del coronavirus entre la población local mexicana. Las autoridades mexicanas declararon ayer el inicio de la fase dos de la pandemia, entendida como que ya hay contagio local.
Una vez iniciada, Cruz y sus colegas estiman que va a durar de ocho a nueve semanas. “El brote crece y crece, llega a un máximo y luego empieza a caer. El problema es que este [pico] puede ser muy alto. Lo que se trata de hacer es que el brote sea lo más extenso posible con la idea de que los enfermos lleguen a un ritmo menos alto a los sistemas de salud y estos no se saturen”, argumenta. Es decir, cuanto más tiempo dure la propagación, mejor. La única forma de lograr eso es que la gente, cuanto antes, permanezca en casa y sólo salga a lo imprescindible.
Los pronósticos oficiales ofrecidos el 18 de marzo por la Secretaría de Salud hablan de que 250 mil mexicanos serían infectados y con síntomas, de los que 24 mil 500 acabarían en hospitales y 10 mil 500 llegarían a un estado crítico que hiciera que los internaran en las unidades de cuidados intensivos. Estas cifras son contrarias a las que el propio subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, dio a finales de febrero, cuando estimó que entre 8 y 10 millones de la población mexicana podrían desarrollar síntomas por el coronavirus. De estos, entre 2% y 5% podrían tener la enfermedad grave. Eso representa de 160 mil a 400 mil personas.
Las cifras de mortalidad varían de país a país, principalmente por las diferentes políticas de detección de enfermos. Así, Corea del Sur, que ha tenido una política muy agresiva de detección, reporta una mortalidad menor de 1%, mientras que España se mueve en el entorno de 4%, pero lo que está claro son los factores que aumentan su letalidad. Aquí México tiene una ventaja y un inconveniente. Su población está menos envejecida que en Europa, pero uno de los factores que aumenta la severidad del virus son las enfermedades crónico-degenerativas y 70% de la población padece sobrepeso y obesidad, 10% padece diabetes y las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte, según la Encuesta Nacional de Nutrición.
México, con una tasa de 2.2 médicos por cada mil habitantes, tiene la mitad de fuerza médica que España o Italia, según datos comparativos de la Organización Mundial de la Salud. Y el número de personal sanitario es importante por dos motivos: las bajas médicas y sicológicas que puedan darse durante el brote, cuando los enfermos comienzan a rebasar los hospitales.
“Cuando a todo el mundo le dicen que tiene que evitar el contacto con los infectados, nosotros lo tenemos que buscar; y eso ya da un grado de ansiedad importante”, ejemplifica Mónika, la médico de urgencias en España. “Si tienes niños o personas mayores a tu cargo, ahí tienes otro grado más: el miedo a contagiarte y luego contagiar a tus seres queridos es muy potente y estresante”, añade. Mónika lleva ya unos cuantos días sin poder abrazar a sus dos hijas.
“Además vemos que es una carrera de fondo y que no se acaba. Que tienes que aguantar y resistir a un ritmo muy prolongado que no sabemos cuánto va a durar”, razona. En su servicio de urgencias, de unos 40 médicos, ya hay tres enfermos. Una cifra que, está convencida, aumentará en unos seis médicos más infectados la próxima semana. Ante este panorama, el resto de especialidades del hospital, como son urólogos, cardiólogos o traumatólogos, están disponibles para ayudar en las urgencias.
Ante la cantidad de enfermos, las autoridades ya han anunciado que debido a la falta de camas en las unidades de cuidados intensivos en las zonas más golpeadas, los médicos están teniendo que elegir a qué pacientes salvan, priorizando a los más jóvenes y dejando morir a los que tienen menos posibilidades de supervivivencia.
“Ahora mismo, toda la urgencia es para el coronavirus, pero es que según avanzan los días, van llegando más y más pacientes. Un día 40, otro 80, otro 120, al otro 200”, explica Luis, enfermero de urgencias en Madrid que prefiere no dar su apellido.
María, su pareja y también enfermera, apostilla que ya se está empezando a cribar entre los enfermos. “Según los antecedentes y la edad que tengas, eres o no candidato a cuidados intensivos”, explica. “Ahora es si tienes menos de 75, pero si el ritmo sigue así, vamos a tener que ir bajando la edad y los antecedentes. Y ya, si no remontas, tendrán que dejarte morir”, añade.
El doctor Cruz, el matemático que estimó cuándo iba a llegar el brote, tiene muy claro que los profesionales sanitarios van a darse cuenta muy fácilmente de cuando estalle en México. “Les va a llegar una cantidad de enfermos enorme, que se multiplicará con los días”, vaticina.
Para estudiar el contagio entre la población, Cruz y sus colegas se fijaron en la epidemia de H1N1 de México en 2009. Mientras una persona con ese virus lo contagiaba, de media, a 1.72 personas, uno con coronavirus lo contagia a 2.5, casi un ser humano más. Respecto a la posibilidad de que el calor aletargue al virus, dice que es muy probable que sea sensible a las temperaturas altas, pero que, al ser un virus nuevo, toda la población es susceptible de ser infectada.
“El brote puede ser muy severo igual. En 2009, con el H1N1, se dio a finales de abril y principios de mayo, cuando empiezan los meses de calor”, recuerda. Aunque el índice de letalidad del coronavirus es menor, su gran propagación hace que vaya a morir más gente. “A nivel individual, si te enfermas, tienes menos posibilidades de morir”, y lamenta, “pero como país, lo que va ocurrir es que habrá más muertos”.