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Michael Wolff, el periodista que vivió 200 días “pegado a la pared, igual que una mosca” en la Casa Blanca de Donald Trump, está de gira por Europa como una estrella de rock presentando el libro surgido de aquella experiencia, Fuego y Furia, que en México publica Planeta.
Wolff (Estados Unidos, 1953) recibe a EL UNIVERSAL en Madrid, en una sala de la Casa América tras una conferencia con el editor de política de Bloomberg, Ben Sills.
Wolff sabe que cada una de sus declaraciones sobre Trump es analizada con interés debido a su acceso privilegiado al presidente y su entorno, pero no elude las respuestas polémicas:
Usted que conoce bien al señor Trump, ¿cree que realmente desprecia a México o es una cuestión política?
—Creo que siente un desagrado visceral por México.
¿Y por qué?
—Porque de verdad es racista. Trump ha traducido eso en una preocupación económica y en proteccionismo, pero viene de sus tripas. Es un asunto racial.
Wolff mira largamente con los ojos azules tras sus lentes redondos. En su opinión, avisa, “Donald Trump es sobre todo un hombre que amenaza, y es importante distinguir entre esas amenazas y la realidad”, pero eso no significa que México deba pensar que lo peor ha pasado tras un año de convivencia con el presidente incendiario.
Sobre la negociación del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), Wolff es especialmente pesimista: “Va a intentar retirarse del acuerdo y reclamar alguna victoria. Es difícil con Trump, porque él tiende a crear su propia realidad y dirá que ha desmantelado o reinventado o rechazado el TLCAN, aunque la realidad probablemente quede lejos de ese discurso.
“La presión en materia de inmigración va a continuar”, cree también el escritor. Y a la pregunta de si se puede construir un muro entre EU y México él dice: “ Yo creo que la respuesta es no, pero podemos ver cualquier solución simbólica, como un refuerzo en la guardia fronteriza”.
¿Pero Trump realmente sigue creyendo que México pagaría por el muro o lo dice para contentar a sus bases?
—Pase lo que pase, dirá que México pagó por el muro. Incluso si ese muro no existe. O si el muro existe y lo pagaron los contribuyentes estadounidenses, él dirá que lo pagó México.
¿Estará dispuesto a mentir?
—Mentir no es un concepto apropiado para Trump, porque implica pensar que él conoce la verdad.
En las páginas de su libro, Wolff describe una administración caótica encabezada por un Donald Trump que vive ajeno a la realidad y sólo actúa por instinto ante las oportunidades que se le presentan. Hablando de oportunidades, el periodista opina sobre uno de los episodios clave de la campaña electoral.
¿Qué tan importante para la elección de Trump cree que resultó su visita a México? Ese viaje que fue muy controvertido para los mexicanos.
—Creo que fue importante. No diría que necesariamente determinante, pero sí que fue un impulso, una señal importante en ese momento.
En su conferencia de Madrid, Wolff dejó una dosis de esperanza más para los descontentos con el presidente de EU. “El siguiente acto va a ser muy sangriento. Todos van a ir a por Trump porque nadie lo quiere: ni republicanos ni demócratas”.
Recuerda que el ex asesor Steve Bannon, el teórico de la derecha alternativa que ejerció como “cerebro de Trump” hasta agosto pasado, consideraba en el momento de despedirse de la Casa Blanca que el presidente tenía “33% de posibilidades de impeachment, 33% de dimitir, y 33% de finalizar el mandato cojeando, sin ser reelegido”.
“Ahora, sin Bannon ni los colaboradores que lo dejaron en verano, Trump se ha lanzado en manos de la mayoría republicana de la Cámara”, señala Wolff, “pero se desprecian entre ellos”.
El periodista estadounidense considera que Trump, con su comportamiento errático, es incapaz de atraer gente de talento, y que eso condenará su gobierno. “Antes, ir a la Casa Blanca era la cima de la carrera de los expertos en política o economía. Ahora, quien va a trabajar con Trump se convierte en un paria. John Kelly [el jefe de personal de la Casa Blanca] gestiona un pueblo fantasma”.
La incompetencia que rodea al mandatario redondea un cuadro de debilidades personales. “Trump no lee nada. Lo rechaza. Eso complementa que tampoco escucha”, dice Wolff, insistiendo en que esa cerrazón es “incompatible con un cargo como el de presidente de Estados Unidos, que es la persona que más información debe manejar del mundo”.
En opinión del escritor, tantas limitaciones tienen al menos un lado positivo para el mundo: “Una persona impredecible es un riesgo, pero sabemos que ir a una guerra exige una disciplina y una concentración que Trump no tiene. Si no puedes aguantar una reunión entera con tus generales, no vas a ir a una guerra”.