En los últimos años, ha ganado importancia el uso de residuos agrícolas como fuente potencial de fibra, ya que se trata de materiales abundantes, generalizados y fácilmente disponibles.

Inspirados por esta práctica y la acumulación de plásticos convencionales a base de petróleo, un grupo multidisciplinario, en el que participó Verónica Flores Casamayor, auxiliar del Cinvestav Unidad Querétaro, trabajó en el desarrollo de un plástico biodegradable derivado de residuos de agricultura y fuentes renovables, como el almidón, un polímero natural.

La elaboración de un bioplástico a partir de almidón y residuos se presenta como una alternativa para contrarrestar el consumo de plásticos de un solo uso, como las cucharas pasteleras y, al mismo tiempo, aprovechar las fibras de los desechos sin aparente valor económico.

Para este fin, se evaluó el efecto de la adición de subproductos como cáscara de fruta y bagazo en las propiedades físicas (color, textura, morfología, actividad de agua y biodegradabilidad) de un bioplástico.

“Se desarrollaron y caracterizaron bioplásticos de almidón, gelatina y glicerol en forma de cucharas (para alimentos sólidos) adicionadas con cáscara de mango, residuos de café tostado y cálices de jamaica cocidos, que son ricos en fibras como celulosa, hemicelulosa y lignina”, indicó Flores Casamayor.

Este material, por su renovabilidad, disponibilidad y bajo costo, ya que se encuentra distribuido en la naturaleza por ser el principal polisacárido de reserva energética en plantas, favorece el éxito del proyecto.

Sin embargo, dijo, los plásticos a partir de almidón presentan propiedades insatisfactorias y limitada estabilidad cuando son expuestos a la humedad, descomposición térmica a bajas temperaturas y menor resistencia a la deformación.

El producto se ha considerado como una alternativa competente a las cucharas pasteleras elaboradas a base de petróleo, su capacidad de solubilización lo vuelve muy sensible a la humedad. Si la cuchara entra en contacto prolongado con agua, se generan interacciones entre los componentes del biopolímero y el líquido, por lo que el producto comienza a perder sus características originales.

Esto favorece la descomposición natural y no contaminante de la cuchara por la acción de agentes biológicos.

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