Aunque la pobreza ha estado vinculada durante mucho tiempo con la mala salud, un estudio de la Universidad de California (UC) San Francisco, en Estados Unidos, ha encontrado que simplemente vivir en un vecindario más deseable puede actuar como un refuerzo de salud para los niños de bajos ingresos.
Los científicos de la UCSF compararon los niveles de la hormona del estrés cortisol en 338 niños del jardín de infancia cuyos ingresos anuales de las familias oscilaban entre menos de 10 mil a 200 mil dólares o más. El equipo de investigación encontró que el nivel promedio de cortisol en 113 niños de bajos ingresos que vivían en barrios pobres alcanzó el percentil 75.
Pero cuando analizaron los niveles de cortisol en 32 niños de bajos ingresos que viven en vecindarios de mejor calidad, el promedio estuvo en el percentil 45, tal y como informan los investigadores en un artículo sobre su trabajo que se publica en la edición de este martes de 'Psychosomatic Medicine'.
"El cortisol es una medida de la estimulación biológica del estrés y los niveles elevados pueden poner a los niños en riesgo de una peor salud física y mental", afirma la primera autora Danielle Roubinov, profesora asistente de Psiquiatría y miembro del Instituto WeS de la UCSF para Neurociencias. Los niveles altos de cortisol se asocian con niveles elevados de azúcar en la sangre, presión arterial alta, dolor de espalda, adelgazamiento de los huesos, obesidad, insomnio, ansiedad y fatiga.
"'La calidad de los vecindarios se evaluó mediante una medida que mide el acceso a espacios verdes, la exposición a toxinas ambientales y la disponibilidad de centros de educación infantil y tiendas que venden alimentos saludables --explica Roubinov--. Nuestro estudio indica que la calidad de un barrio donde crece un niño es uno de varios factores que pueden tener un efecto protector sobre su salud".
Los investigadores también pidieron a maestros y padres de niños de guardería, inscriptos en seis escuelas públicas en el Área de la Bahía de San Francisco, que informaran sobre la salud general de los niños y sobre cualquier impedimento que pudiera dificultarles participar en las actividades deseadas. Encontraron que los 113 niños de bajos ingresos que vivían en vecindarios pobres se encontraban en el percentil 75 cuando se trataba de problemas de salud, mientras que los 32 niños de bajos ingresos en vecindarios con mejores recursos obtuvieron el percentil 55.
El trabajo sigue a un estudio gubernamental de 2011 que encontró que cuando los adultos de bajos ingresos se mudaban a vecindarios más acomodados como resultado de una iniciativa de bono de vivienda, la prevalencia de obesidad, la diabetes y otras limitaciones de salud sobre las que informaron disminuyeron.
"Tomados en conjunto, estos resultados sugieren que infundir recursos a un vecindario en varios dominios podría influir en los efectos negativos del estado económico de una familia, plantea Roubinov. Las iniciativas como los servicios sociales de apoyo, los esfuerzos para mejorar la seguridad del vecindario y la calidad de la vivienda, y el rediseño de parques y espacios abiertos pueden ofrecer beneficios fisiológicos y físicos". Imprimir