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Llevar sus dibujos y creatividad plasmada en objetos materiales gracias a la impresión en tercera dimensión a los niños, es lo que ofrece Industrias 55, aunque su labor no se queda ahí, pues también busca acercar esta tecnología a grupos vulnerables para desarrollar proyectos productivos que ofrezcan una mejor calidad de vida a través de su ingenio.
Walter López, director general de Industrias 55, explica que además de los talleres tienen un local llamado “Escaparate creativo”, un taller o espacio maker, donde la gente puede aprender a crear productos a partir de sus ideas.
“Lo que les enseñamos en nuestros cursos es a idear y que esa idea la puedan capturar en un diseño digital en la computadora, les enseñamos el software para hacerlo [para] que después puedan materializar esa idea en objetos tridimensionales usando las máquinas de impresión 3D, en plástico, o ese diseño lo puedan cortar con la tecnología de láser en piezas de madera o estamparlo en camisetas”, abunda.
En “Escaparate creativo” hay varias impresoras 3D, hechas por el equipo de Walter. También hay otra que compraron, además de que se exhiben algunos de los productos que han hecho los alumnos de las escuelas en donde brindan talleres, así como de las personas que acuden a imprimir sus piezas y que luego venden en el local, ubicado en la calle de Reforma, que será inaugurado de manera oficial en agosto próximo.
Se aprecian objetos como llaveros en forma de barcos, osos con el nombre de la autor, así como diferentes juguetes de plástico, además de otras piezas en materiales diversos.
Walter recuerda que la idea de esta empresa con responsabilidad social se les ocurrió porque en el verano de 2013 vieron un video que los impactó, en el que un niño que vendía chicles en una calle de Villahermosa, Tabasco, cuando un policía lo obligó a tirar todos los dulces que el menor llevaba.
“Me tocó mucho el corazón ese caso. Investigué y resulta que era el mejor alumno de su clase en su escuela en Chiapas, y como buen niño, con ideas, enroló a la familia para ganar dinero y comprar útiles y zapatos para su nuevo curso escolar. Lo mandan con su tía en Villahermosa, la gran ciudad del sureste, y ahí lo único que se les ocurrió fue ponerlo a vender chicles”, explica.
El cuestionamiento, luego de ver el video, fue qué se está haciendo con los niños en México. Por ello, comenzaron a ver otros modelos en China, en Corea, Europa, Estados Unidos y Canadá, para ver qué hacen con esos niños. Aprendieron que en sus escuelas les enseñan a ser creativos e innovadores a través de cursos como estos, donde sus ideas las pueden plasmar en un diseño digital y, de igual forma, se les enseñan habilidades de programación.
“En México no había nada de eso, y en 2014 fundamos esta compañía que se llama Industrias 55, y nuestros socios, a diferencia de una escuela tradicional, donde te dan habilidades, un título y se acabó, ‘vete a conseguir trabajo’, nosotros a lo que vamos es a un modelo de innovación, donde les enseñamos a sacar su creatividad, y embeberla en productos creativos. Lo que nosotros les decimoses ‘si tu producto es bueno, si es un producto wow, van a pagar por él. Entonces los chicos han traído cosas muy interesantes y llegaron a decirnos ‘ dónde los vendemos’. Por eso creamos este canal de ventas, que es la tienda galería, que se llama ‘Escaparate creativo’, donde todos los productos de todos nuestros alumnos y de todos los creativos de la ciudad puedan venir a aprender los cursos, a hacerlos, o hacerlos en sus casas y venir a exponerlos”, apunta.
Precisa que ellos tienen cursos dirigidos a niños desde los ocho años, para que sepan mover un ratón de computadora, pues los cursos los dan a menores de esa edad, aunque han dado talleres en jardines de niños, ya que su idea es trabajar con infantes, jóvenes y emprendedores, aunque sí se separan por edades.
Precisa que para el taller de diseño hay un software especialmente diseñado para niños, para que comiencen a crear de una forma intuitiva. “Todos nuestros cursos son los sábados de nueve a una de la tarde, cuestan 100 pesos, y en cuatro horas aprenden a usar el software, que es gratuito, con lo cual pueden seguir. Les ayudamos a abrir su cuenta para que puedan practicar en sus casas y vengan a imprimir en nuestro taller”, resalta.
Asimismo, cuentan con cursos de diseño e impresión 3D, robótica, estampado por sublimación, construcción de circuitos electrónicos, modelado en resinas, así como paquetes para escuelas, que es su otro nicho del mercado.
Adelanta que en verano tendrán un curso de desarrollo de productos, donde les dan un poquito de todo. “La idea es integrar la cadena de valor, desde la idea, planeación, manufactura, trabajo en equipo y fabricar dos productos, uno de ellos será uno para convertir un celular en un microscopio, para que puedan explorar el mundo microscópico y después van a usar la parte de circuitos electrónicos y diseño 3D para hacer una bocina, inspirada en un juego, que tendrá luces, sonidos y diseño en el otro producto”, asevera.
Por otro lado, comenta que la empresa es parte de la red de empresas que trabajan con el Instituto Municipal para Prevenir y Erradicar la Discriminación (Inmupred) en la que se alían grupos y empresas, más organismos que dan cursos de capacitación para personas de la diversidad sexual, pero también para grupos vulnerables.
“Aquí nosotros hemos trabajado con indígenas de Amealco para, a través de la tecnología, potencializar sus innovaciones y vender a mejor precio sus productos. También estamos trabajando nuestro primer taller con chicas trans, porque son las que menos oportunidades de trabajo formales tienen.
“Nuestra idea es capacitar a todas las personas que quieran en tecnología. La nueva revolución industrial se llama industria 4.0, donde viene el internet de las cosas, big data, impresión en 3D, inteligencia artificial y llevarlos a esta capacitación, que los niños aprendan jugando y las personas aprendan una nueva habilidad, que eventualmente los pueda llevar a un nuevo oficio y, a través de la innovación, vivir de su propia creatividad”, explica.
En el interior del taller, al cual se accede después de pasar bajo el árbol de la creatividad, donde un espejo muestra al creativo que se para frente al mismo. Adentro del taller se encuentran las impresoras que ellos mismos elaboraron. Una de las impresoras está pintada de color rosa mexicano, que se entregará en comodato al Centro Cultural Manuel Gómez Morín, donde servirá, dice Walter, para mostrar que las ingenierías y la robótica no son exclusivas de un género, pues el propósito es empoderar a niñas y niños por igual.