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Jovita Hernández Martínez tenía 67 años cumplidos cuando tomó la decisión de emprender. Durante muchos años elaboró, algunas veces por amistad y otras como favor personal, el mole que se hacían en su familia desde tiempos de su bisabuela. Aprendió a hacerlo siendo una chiquilla, pues ayudaba a su mamá a asar los ingredientes y luego a molerlos en el metate.
Originaria de la localidad de La Cañada, en el municipio de El Marqués, la tradición en su lugar de origen dicta que cuando se hace una fiesta familiar a todos los invitados se les atiende de forma personal y, además, se les da para llevar el famoso itacate.
Se casaron sus hermanos, sobrinos y ella misma; hubo celebraciones de XV años, bautizos, confirmaciones, primeras comuniones y el mole de la familia se hizo cada vez más famoso.
Jovita se dio cuenta de ello al casarse los últimos de sus hijos, pues la gente invitada comenzó a pedirle que se los vendiera.
“El mole es totalmente casero y artesanal. Teníamos la costumbre de que a los invitados se les daba su taquito y me decían que por qué no hacía para vender. Un día me animé. Hice un kilo y de ahí empecé. De eso hace unos 30 años”, cuenta.
La venta del platillo se mantuvo entre amigos y conocidos, hasta que hace alrededor de tres años el delegado de Hércules, en donde vive con su marido e hijos, la mandó llamar.
“Me dijeron que haces un mole muy bueno”, le dijo el funcionario.
“Pues eso creo. Qué puedo yo decir”, le respondió la mujer.
“Va a ser el cumpleaños de mi esposa. Quiero que me hagas”, concluyó el delegado.
La ocasión marcó un antes y un después para Jovita y su negocio. Durante y aún terminada la celebración llovieron felicitaciones para la cocinera, a quien todo el mundo quería conocer personalmente.
El delegado la mandó llamar nuevamente y le preguntó si querría vender el mole al mercado. El sueño de Jovita era que mucha gente lo conociera, por lo que con parrilla en mano se animó a ir a ver a un regidor del municipio de Querétaro. De ahí la mandaron a la Dirección de Desarrollo Económico y la primera oportunidad se presentó en septiembre de 2014, con la cadena de supermercados Soriana.
Empezar desde cero
“Yo empecé nada más con mis manos. No tenía dinero, ni idea de cómo vender afuera mi producto”, narra Jovita.
Recuerda que por parte de gobierno la apoyaron con una parrilla, una báscula y un molino chico, del que se arrepintió no pedir uno más grande: “Pedí un chico porque nunca pensé que me iba a hacer falta uno más grande”.
Soriana puso a prueba su mole durante un mes. El producto tuvo 93% de aceptación y, tras ello, le abrieron las puertas de todas las sucursales de la marca; no obstante, el primer pago vino hasta cuatro meses después.
“Metimos muchísima mercancía ese mes y duré más de dos meses esperando que me pagaran. Le repito que yo empecé sin nada de dinero. Me endrogué y tuve que entrarle al tema de las etiquetas. También fuimos a cursos. Todo eso me salió en más de 50 mil pesos, pero gracias a Dios siempre vendemos todo el producto que llevamos”, señala.
“Ahora, donde quiera que hay un evento nos llaman y vamos. Hay veces que se nos han juntado las invitaciones, porque donde quiera hemos andado y viene mucha gente a comprarme aquí o me hablan y me piden dos, cuatro, cinco o hasta ocho kilos. Ahorita ya vendo a granel. Cuando empecé hacía poquito y ahorita ya tripliqué”, comenta la mujer.
Patricia Sánchez Hernández, hija de doña Jovita y quien se encarga del área de papelería, señala que la producción actual llega a alcanzar los 300 kilos por mes, pasando los 32 que se producían hace tres años.
Presentaciones
El mole artesanal Doña Jovita se maneja en dos presentaciones: uno listo para servir y otro en pasta. En ambos casos se manejan envases de 250 gramos, el primero rinde tres porciones y cuesta 50 pesos, el segundo seis y se comercializa en 35.
“Este [el listo para servir] lo saqué porque cuando iba a diferentes partes que me invitaban me decían las chamacas jóvenes y los señores: A mí tráigame uno que ya nada más me lo coma. De ahí me vino la idea de meter este, y lo vendo muy bien. Las personas trabajan y no les da tiempo de cocinar. Querían algo que nada más abrieran y a comer. Donde quiera que voy vendo más este”, indica.
Explica que el de pasta hay que guisarlo: “Nada más se pone el sartén con aceite, lo vacías directo y lo doras; va haciéndose chinito, le vas agregando agua o caldito de pollo y ya. Este rinde lo doble que el otro, pero a pesar de que es así, se llevan más el otro”.
Tanto ella como su hija Patricia tienen la idea de manejar presentaciones más grandes a futuro. Dentro de los planes a corto plazo se encuentra comenzar a colaborar con la multinacional Walmart, de quien se recibió una autoría un par de días previos a esta publicación.
“Sé leer y escribir”
“En Walmart el año pasado nos hicieron una invitación y fuimos como 100 productores de Querétaro a una convocatoria de todos los productos que requerían. Eran tres etapas en las que iban eliminando a productores; paso la primera, paso la segunda y para la tercera teníamos que ir a un curso a México”, explica.
“Me fui hasta México. En México quedamos 60 personas de todo el país. Fue un curso de una semana. Para mí fue muy difícil, pero me ayudó mucho en lo personal, porque yo me sentía chiquita cuando veía que todos llevaban sus computadoras y sus celulares, porque eran personas ya preparadas”, comparte.
La mujer no terminó la primaria, pero a través de la vida se enseñó a leer y escribir. Dice que aún revuelve mayúsculas con minúsculas, pero se entiende y saca las cuentas de memoria antes que en calculadora.
Para estar en el curso, compitió primero con 460 productores de todo el país, de los que fueron preseleccionados 60; de éstos quedaron únicamente 30, entre ellos su mole. “No entendía muchas cosas pero pasaron los días y me acoplé bien. Yo sentía que traía un producto bueno. Gracias a Dios les gustó y quedé”.
De Walmart han estado visitándolos y, a finales de abril, comenzarán a surtir 15 tiendas ubicadas en distintos puntos de Querétaro, Irapuato, León y la Ciudad de México. La empresa les ofreció la posibilidad de vender en todo el país, pero tanto Jovita como su hija decidieron probar de poco a poco.
La emprendedora sostiene que si bien cuenta con personal suficiente para subir la producción de forma considerable, su plan es contar con instalaciones adecuadas antes de dar un siguiente paso.
“Ahorita nos detiene un poco el espacio y que no tengo una cocina en forma, digamos más industrial. Tenemos algunas otras invitaciones, pero nos hemos detenido por la cuestión de la cocina”, refiere.
El mole de doña Jovita no sólo tiene abiertas las puertas de Soriana y Walmart, sino que también Comercial Mexicana ha mostrado interés por su producto. Incluso, la contactaron de Austin, Texas, para recibir algunas muestras.
Ante la aceptación que ha tenido el producto y la posibilidad de seguir creciendo dentro y fuera del país, ya prepararon algunas etiquetas en inglés, además de que se cambió la imagen. Asimismo, con apoyo de la Sagarpa ,están por abrir una página web en la que buscan activar una tienda virtual para atender a otros mercados.
Empresa socialmente responsable
La microempresa de Jovita genera actualmente cinco empleos permanentes y ocho adicionales, cuando participan en eventos especiales. En términos de empleo, la mujer busca contratar a señoras mayores que le ayuden en la cocina y a estudiantes que apoyen como meseros.
Comenta que, anteriormente, estuvo en un grupo de adultos mayores y se dio cuenta de la inquietud que tienen por trabajar.
“Muchos quieren trabajar, pero quién nos da empleo ya de grandes y sin estudios. De ahí me vino la idea de que yo podía contratar a gente de ellos y así le estamos haciendo. Cuando tengo mucha producción o muchos pedidos vienen señoras a ayudarme y, ahora, también ocupo a estudiantes para que nos ayuden como meseros”, señala.
Patricia se refiere a su mamá como una mujer trabajadora y decidida, que sin importar lo que venga sale adelante.
“Creo que el mole les gusta porque es un mole diferente. Tiene un proceso muy largo de cocción y nosotros podemos asegurar que no hace daño. Creo que lo que lo hace diferente a los demás es precisamente el proceso de elaboración; tiene buena cocción y no hace daño en absoluto, porque aunque nuestro mole es de 26 ingredientes, lo importante es que tenga una buena cocción”, sostiene.