Acompañada por una copa de vino y rodeada de cuadros que aderezan las paredes de una galería, la artista plástica Gabriela Muñoz afirma que se puede vivir del arte; sin embargo, su experiencia como empresaria le ha revelado que trabajar por su cuenta requiere el doble de disciplina y perseverancia.
Al salir de la preparatoria comenzó a estudiar artes plásticas, pero luego se cambió a arquitectura. Concluyó esta carrera en el Instituto Tecnológico de Querétaro y se empleó en la supervisión y administración de obra, pero pronto se percató de que no era lo suyo. Retomó las artes en el Instituto de Artes y Oficios de Querétaro, donde aprendió a manipular la cerámica y el barro.
Entonces comenzó a elaborar piezas modulares con las que hacía cuadros. Se embarazó, y tras ello empezó a trabajar en su casa lo aprendido tanto en la Facultad de Bellas Artes como en el instituto.
Las primeras piezas que Gabriela creó en esta etapa fueron de yeso en relieve y pronto se le presentó la oportunidad de exponer su obra en el Museo de la Ciudad. Era el año 2004. Recuerda que algunas cosas se vendieron y otras se fueron a una galería de San Miguel de Allende. Así inició la producción de sus cuadros. No obstante, el estilo de éstos fue cambiando con el tiempo.
“Me di cuenta que no nada más me gustaban los cuadros; también me gustaban los artículos de decoración, la escultura y el relieve”, dice.
Con la inquietud de adentrarse más en la decoración, Gabriela advirtió que colocar una marca a nombre de una sola persona resultaba difícil y a la vez limitativo. Ello la llevó a apostar por una marca que abrigara la pintura, pero también otros artículos de decoración. Invitó a algunos amigos para que expusieran sus creaciones en conjunto, y así nació Casa Morsa, un proyecto emprendedor que ofrece arte con una orientación decorativa.
Gabriela considera que el arte y la belleza deben ser accesibles para todas las personas y que no tienen por qué ser inalcanzables. A pocos días de que se cumpla un año de la inauguración oficial de Casa Morsa afirma que el arte es un mercado difícil, pues no es un producto de consumo básico y la artista sabe que la escala de prioridades de una persona puede ser distinta. De agosto de 2016 a la fecha, expone, el crecimiento ha sido paulatino, pero constante.
En este periodo han atendido a todo tipo de clientes; desde compradores a los que les gusta invertir en arte, hasta personas que tienen un espacio disponible y están en busca de algo que los identifique, les transmita algo y que no sea producido en serie.
“Este tipo de clientes inclusive nos dice ‘este cuadro me encanta pero no cabe’, y les podemos hacer algo a su medida. Nos han tocado casos en los que hemos canjeado cosas porque a las personas les gusta algo, pero no pueden pagarlo porque es el cuadro o la comida de sus hijos. Siempre que lo podamos platicar, buscamos llegar a un acuerdo donde todos ganemos”, comenta Muñoz.
Casa Morsa ofrece pinturas, grabados, fotografías, arreglos con plantas, arte-objeto, elementos textiles, bisutería artesanal e incluso asesoría en decoración de interiores, exteriores y jardinería.
“Casa Morsa nace en el momento en que decido que el concepto va a ser la obra de Gabriela Muñoz, pero también va a ser artículos decorativos como escultura, arte-objeto, mobiliario, plantas y todo lo que una casa necesita para ser hermosa”, dice su creadora.
De hecho, la palabra “Morsa” deriva de la apócope de hermosa, una expresión que en el círculo de Gabriela se usa para referirse a la “casa hermosa” de cada persona, entendida ésta como un espacio que las personas se apropian.
“Entendemos que Casa Morsa ayuda a transformar los espacios con sus productos; que ayuda a crear espacios armoniosos que no tienen que ver precisamente con grandes diseñadores, sino que son espacios adecuados a cada persona. Lo que ha resultado ahora es que si un cliente nos dice ‘quiero este arreglo de plantas’, nosotros le ofrecemos un arreglo de plantas. Lo llevamos a su casa e incluso sugerimos cuestiones que en la casa pueden ser reutilizadas para darles un nuevo uso, y eso ha funcionado muy bien.
“En Casa Morsa aceptamos propuestas que sean decorativas, armoniosas, originales, creativas y principalmente lo que buscamos es poder influir en la calidad de vida de las personas que habitan un espacio, modificándolo con nuestros productos o con nuestra asesoría para lograr este equilibrio entre el estar bien y el vivir tu casa”.
Casa Morsa tiene una alianza con una cafetería que ofrece este servicio en el piso de exposición. Es por ello que las personas pueden acudir al lugar para tomarse un café con la posibilidad de permanecer todo el tiempo que quieran.
“Pueden venir a trabajar, a comer, a hacer sus reuniones familiares o sociales y también pueden venir a mostrar algún producto de ellos que tengan”, convoca Muñoz. Mientras están consumiendo, las personas pueden pasar a ver todos los espacios y si encuentran algo que les gusta pueden comprarlo.
Hasta ahora, la recomendación de boca en boca ha sido la mejor publicidad del proyecto. Gabriela admite que las redes sociales les han ayudado en gran medida, pero asegura que el compartir un café con alguien siempre será valioso.
“Este asunto de la venta en línea ayuda mucho porque si alguien ve en Holanda o Alemania un cuadro que le encanta lo podemos enviar por mensajería. Hay cuadros vendidos en Estados Unidos, Alemania, España, Holanda, Argentina y también en Canadá y Francia. Algunas veces la gente ha venido, los ha comprado y se los ha llevado”.
La galería también tiene presencia en ferias y en exposiciones temporales, así como en eventos familiares. “Hemos participado en Alemania, a donde nos han invitado dos veces para exponer algunas pinturas; participamos en un simposio de arte en Alemania y en otras galerías”, comenta Gabriela.
A futuro, la creadora de Casa Morsa visualiza una marca con ventas más consolidadas, con productos de mayor variedad y con más puntos de venta en operación dentro y fuera del país. “A lo que más apostamos es al posicionamiento de la marca: que la marca en sí sea reconocible, aceptada, buscada e identificada”, dice.
Muñoz asegura que no está casada ni aferrada a una sola idea. Considera que un artista que quiera vivir del arte necesita ser flexible, paciente y perseverante para continuar avanzando sin desistir.
Sigue ejerciendo la arquitectura. No a una escala como lo hacen algunos colegas que se dedican de lleno a ello, pero su aportación profesional consiste en recrear espacios que ya están construidos y en readaptarlos para que sean armónicos y utilizables.
“Me siento muy contenta. Ahora estoy en la etapa más creativa y plena de mi vida, con lo cual estoy muy agradecida. He podido compartir con muchos. Cuando estás por tu cuenta tienes que ser muy disciplinado y aun cuando creas que no está funcionando tienes que seguir adelante”, dice.
Entre las cosas que más disfruta Muñoz se encuentra el que las personas entren al lugar y se queden detenidas frente a un cuadro.
Al hablar de las satisfacciones que ha tenido, relata que en alguna ocasión una persona de intendencia se le acercó para pedirle dinero. Recuerda que abrió su monedero y traía 20 pesos. Se los dio a sabiendas de que se me quedaría sin nada, pero al llegar a la galería se encontró con un francés al que le gustó mucho un cuadro y en ese momento le dio el apartado del mismo. Para Gabriela, eso es hacer caminar la abundancia.
Casa Morsa se encuentra ubicada en el número 53 de la calle Madero, en el Centro Histórico de la ciudad de Querétaro. El teléfono de contacto es el (442) 107 44 89, con la dirección de correo disponible casamorsa.social@gmail.com.
En redes sociales se les encuentra como Casa Morsa.