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Dos hombres entran al local de helados artesanales de Luz María Hernández. Luego de un par de minutos se deciden por los sabores. La encargada los sirve y entrega a los clientes que se marchan degustando el antojo que los refresca del calor.
Iniciar un negocio en estos tiempos es de valientes, pues tras más de un año de emergencia sanitaria, muchos de los negocios establecidos, con varios clientes quebraron. No resistieron el embate del Covid-19.
“Abrí por mi hija (Andrea Fuentes) ella fue quien quería abrir un negocio de este tipo”, dice la mujer quien era supervisora de promociones en tiendas de autoservicio.
Luz María explica que el sabor de sus helados es único, pues están hechos de manera artesanal, por una tía de su esposo que vive en Guadalajara, Jalisco.
El negocio, abierto apenas meses atrás, aún tiene lo básico: dos neveras, un mostrador y buenas vibras para salir adelante en tiempos complicados.
Luz María saca una pequeña cuchara color rosa. “Les voy a dar a probar el sabor algodón de azúcar”, dice a los recién llegados. Uno de los clientes toma la cucharita y lo prueba.
La otra clienta prueba y da el visto bueno a la golosina. Ambos piden helados de los sabores que degustaron. Los helados los traen desde Guadalajara, Jalisco, a donde el marido de Luz acude cada 15 días, por el momento.
Explica que la planeación del negocio llevó alrededor de tres meses, comenzando en febrero, cuando las condiciones sanitarias apenas mejoraban. Señala que algo importante para que en un negocio prospere es tener una buena actitud, no pensar de forma negativa.
Alrededor del negocio de la mujer, en la calle Hidalgo, muy cerca de avenida Tecnológico, los comercios comienzan a abrir de manera normal, aún con las medidas sanitarias que las autoridades imponen por la pandemia causada por el virus SARS CoV-2.
Muchos locales, como el de Luz María, son nuevos en la zona. Otros ya no volvieron a abrir sus puertas, no resistieron los meses cerrados por la contingencia sanitaria. Su lugar es ocupado ahora por nuevos comercios. Nuevos emprendedores que luchan por hacer florecer sus negocios, por tratar de recuperar algo de lo que la pandemia le quitó a la sociedad.
Ante la competencia, Luz María señala que tiene que ofrecer algo diferente. Por ello debe de cumplir con estándares de calidad, que logran con una preparación artesanal.
Iniciar un negocio en estos tiempos es una apuesta arriesgada, pues la economía de las familias es aún precaria. Sin embargo, Luz María y su familia se arriesgan. “Invertimos todos los ahorros. Nuestra hija también cooperó. Se asoció”, dice.
Agrega que el secreto es ser optimista. A pesar de que los días están “flojos”, hay más actividad y eso es bueno.
En la heladería suena música para atraer a los clientes. La técnica resulta, pues en pocos minutos llegan dos jóvenes mujeres, quienes preguntan los sabores de los helados. La encargada dice la lista de sabores, al tiempo que saca dos cucharitas para darles pruebas.
En unos cuantos minutos Luz María atiende a cuatro clientes. Nada mal. Los ojos de la mujer cambian. Los clientes comienzan a multiplicarse.
Ella menciona que los compradores, probando los helados, notan la diferencia y prefieren el sabor de su producto, a pesar de la competencia que existe de heladerías y paleterías en la capital queretana.
En la calle de Hidalgo aún falta movimiento. Las clases presenciales apenas comenzarán en las escuelas, aunque no en todas. Ello motiva a los comerciantes, como Luz María, que confían en que las ventas aumenten. También ayuda que los casos de Covid-19 han disminuido en la entidad.
Las personas salen con más confianza a las calles, la mayoría siguiendo aún los protocolos sanitarios para evitar que los casos de Covid-19 aumenten. Los locales comerciales cuentan con tapetes sanitizantes en las entradas y ofrecen a sus clientes gel antibacterial, para que los clientes los usen antes de ingresar.
Luz María comenta que han hecho uso de las redes sociales, además de que para ser más competitivos ofrecen entrega a domicilio.
“Un helado de chocomenta”, pide una joven mujer a Luz María, quien lo sirve en un barquillo y lo extiende a la clienta. La persona que la acompaña pide sabor capuchino.
El movimiento en la calle aumenta. Luz María anuncia los helados afuera del local, diciendo que son artesanales, algo muy valorado por la clientela que siempre busca algo más para consumir, y le da un plus a cualquier producto.
Luz María confía en que su negocio prosperará. Una buena actitud, buena atención al cliente y un producto de calidad, parecen ser la combinación perfecta para posicionarse en el mercado.
El mayor movimiento de personas en la calle, y la promesa del retorno a las clases presenciales en las escuelas augura que habrá más clientes, que la vida regresa cada vez más a la normalidad.
Los dos hombres que entraron al local salen con sus helados que degustan mientras van caminando por la calle, bajo los 31 grados Celsius de la capital queretana. En la calle el movimiento casi es normal, aunque su fisonomía cambió. Hay nuevos negocios, surgidos de la pandemia, que ocupan el lugar de otros que no resistieron su embestida.