Darle una segunda oportunidad a botellas y frascos elaborando diferentes artículos de ornato, crear conciencia sobre la importancia del reciclaje e, incluso, enseñar a las personas a elaborar sus propias piezas, son algunos de los objetivos de la asociación civil Cerrando el ciclo en Querétaro.
Marlene Cruz López, originaria de Córdoba, Veracruz, de profesión educadora, explica que actualmente es socia y colaboradora de esta agrupación.
“La asociación es un proyecto híbrido, es decir, somos empresa y somos fundación. A través de nuestra fundación capacitamos a mujeres en situación vulnerable, las empoderamos y las convertimos en artesanas del reciclaje; son ellas las que hacen todo lo que se exhibe en la tienda.
“Como parte [de la idea] para mover estas piezas está el espacio para enseñarle a las personas todo lo que se puede hacer con este material que tiene un costo grande y que le damos una segunda vida transformando estas botellas”, narra.
La asociación tiene dos años de haber sido fundada por Luis Pérez y apenas siete meses de llegar a la entidad. Marlene explica que por el poco tiempo que llevan en el estado, aún no han podido hacer su labor social.
“Trabajamos con empresas o instituciones de gobierno. Nosotros presentamos el proyecto de lo que hacemos y las empresas becan a las mujeres.
“Es ahí que a través del DIF nos acercamos [a ver] qué comunidad necesita o quieren intervenir con el proyecto. En Querétaro aún no hemos hecho algún proyecto con mujeres, pero participamos en otros estados con 583 mujeres en Estado de México, Ciudad de México, Nayarit y Guerrero, a diciembre de 2021”, comenta.
Radicada desde hace siete años en Querétaro, explica que cuando comenzó un emprendimiento conoció a Cerrando el ciclo porque tiene todo el equipo y la infraestructura para montar talleres en comunidades de reciclaje.
Este tema le interesó tras tomar un curso en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) sobre medio ambiente y desarrollo sustentable, en donde había un módulo sobre el vidrio; cuando se enteró que éste tarda cuatro mil años en desintegrarse, se dijo a sí misma que tenía que hacer algo.
“Ahí empieza mi inquietud. Aprendí a cortar con una resistencia, que es lo más sencillo para cortar una botella de vidrio. Así empecé con el emprendimiento. Luego compré una pulidora para hacer más rápido el proceso. Todo es a mano, pero al final utilizamos equipo semi industrial para hacer más rápido el lijado, que es lo que cuesta mucho más trabajo”, asevera.
Indica que han tenido acercamientos con autoridades y empresas. Actualmente tiene un proyecto en ciernes con una empresa importante en la entidad. Para la recolección del vidrio actualmente trabajan con la Fundación San Pablo, que son personas con discapacidad.
Del vidrio que reciben, entre el 20 y 30% con la fundación se transforma en piezas de ornato. El resto del porcentaje del material se va a los contenedores de la fundación y lo que se recauda es para la misma.
“Pensamos que el lugar correcto es un bote de basura, pero el lugar correcto es un centro de acopio donde le podamos dar ese proceso de reciclaje, de sumarnos. Nosotros no somos la empresa que recicla, esa es la vidriera. Nosotros somos parte de ese eslabón en la cadena, para poder hacer el reciclaje de la botella, y así evitar la extracción de la materia prima de los cerros, la arena, para poder hacer este vidrio”, enfatiza.
En la tienda, Monserrat Rojas muestra con entusiasmo las piezas que se exhiben en el local ubicado sobre la calle de Hidalgo, en el primer cuadro de la capital queretana.
Muestra vasos, lámparas, floreros, charolas para quesos, aretes, portaservilletas, mesas, jaboneras, portavelas, terreros, jarras, botaneros. Todo se aprovecha, incluso los corchos de las botellas de vino se aprovechan para hacer figuras decorativas.
Marlene explica que siempre están viendo que las botellas en su totalidad sean aprovechadas, desde las boquillas para hacer dijes, el cuello para hacer portaservilletas, floreros o diferentes medidas de vasos, o en su defecto termoformarlas para hacerlas charolas multiusos.
“Siempre estamos innovando para aprovechar más una botella de vidrio. Todo tiene una segunda vida”, agrega.
Los cursos, explica, son básicos, en donde enseñan a todas las personas (para niños, a partir de seis años, y también para adultos) a elaborar piezas con botellas y tienen una duración de 90 minutos. Próximamente ofrecerán un curso más extenso, aunque todavía no tienen fecha para el mismo.
“Como educadora y apasionada de este material, y obviamente lo que estamos viviendo actualmente, creo que hay que generar esa conciencia [del reciclaje] desde muy pequeños.
“La pandemia nos pone a reflexionar cuántas cosas terminan en los rellenos sanitarios, cuántas cosas terminan en los mares si no están bien manejadas, sea vidrio, pet u otro material. Por eso es muy importante fomentar desde muy pequeños el interés, obligado, sino que sea algo de la vida, tan cotidiano, tan sencillo como separar, al final, todo suma”, enfatiza.
Puntualiza que en los temas de medio ambiente no hay un culpable, sino una responsabilidad compartida, toda acción, por pequeña que sea, tiene beneficio para el entorno o en su contra.