La voz de Maricarmen Hernández suena amable y entusiasmada cuando habla de su actividad: Es artesana en una jabonería y cosmética natural, en la cual desarrolla una especialidad que eleva sus piezas a obras de arte, pues es repostera de jabón.
En su local, ubicado en el barrio de La Cruz en la capital queretana, Maricarmen tiene rebanadas de pastel y muffins dentro de una charola de plástico transparente. Para el visitante son reales. Se puede pensar que además de jabones y champús, se venden postres… hasta que dice que están hechos de jabón.
Dedicada a esta actividad desde hace casi 11 años, explica que cuando comenzó con su producción no había este tipo de productos en Querétaro.
“Empecé porque trabajé muchos años en el gobierno, y en un cambio de gobierno dieron a muchos trabajadores de baja. Entre ellos, yo. En ese tiempo tenía 40 años y ya no me daban trabajo tan fácil.
“Desde niña me interesaron mucho las hierbas, las terapias holísticas y ese tipo de cosas. Me metí a una escuela de masajes holísticos y ahí nos enseñaron un poco las bases para hacer jabón, lo más básico, y me gustó. Ya no busqué trabajo. Acordé con mi marido de poner un negocio de estos y desde el 2011 estamos dando clases y haciendo este tipo de artesanías”, dice.
El olor dentro del negocio de Maricarmen es una mezcla de esencias y perfumes. Los productos se exhiben casi en la entrada del local, en donde se pueden encontrar jabones miniatura que, explica su creadora, se usan una sola vez, hasta piezas tipo spa, hechos con mezclas de hierbas y esencias que ayudan a relajar y para algunos problemas cutáneos.
Maricarmen también da clases de jabonería para aquellas personas interesadas en su elaboración, clases que no se suspendieron por la pandemia de Covid-19, aunque las tuvo que hacer apoyándose con archivo en formato PDF.
Si alguna de sus alumnas tenía dudas sobre la elaboración de los jabones, le enviaba un video con la explicación sobre dónde se estaba “atorando”. Así trabajó bastante tiempo.
“Mucha gente ha venido a buscar [los cursos] como una terapia ocupacional. Mucha gente que cayó en depresión, que perdió su trabajo y se dedica a la jabonería. Gente que me dice que no quiere hacerlos, pero que se los venda y ellos los revenden. De ahí, de esas personas, tengo seis distribuidoras. A mucha gente le sirve de terapia, a los niños, porque doy clases a partir de los cinco años, de jabonería. De cosmética a personas adultas.
“Eso les sirvió mucho para que distraigan su mente, para que ya no estén encerrados, para que no estén en los juegos en la computadora. La verdad, sí hubo demanda. También ahora tengo clientes nuevos. Hay gente que sigue llegando. De un cliente que se va, que ya no regresa, me llegan cinco. Igual de boca en boca me recomiendan y llega más gente. He recuperado como el 90% de los clientes ahora con menos restricciones”, abunda la mujer.
Precisa que uno de los productos que más vende son los jabones tipo spa, que sirven para problemas en la piel, como exceso de grasa o piel seca. Los hay de sábila, lavanda, coco, romero, carbón activado, avena con miel, entre otros ingredientes.
Sobre la repostería en jabón, dice que la hace desde hace ocho años. Señala que mucha gente cuando llega cree que también hace pasteles, por lo detallado de las piezas.
“Una vez pasaron unos clientes y pensaron que también era panadería, porque tenía mis barras de jabón en forma de pastel. Es bonito, porque puede decorar su cocina, su comedor, pero sí avisarles a todas las personas que son de jabón.
“Hay ocasiones que hacemos centros de mesa. Los hacemos en forma de paletas. Una vez una chica me dijo que se los llevaron a una fiesta. Los pusieron como centros de mesa y una señora, en lugar de un niño, fue quien mordió la paleta. Sí es importante que cuando pongan un jabón en forma de alimento avisen que son jabones”, menciona.
Agrega que la elaboración de una de estas piezas puede llevar alrededor de tres horas, iniciando desde cero. La decoración es algo que ayuda al realismo de las piezas, pues incluye fresas, barras de chocolate y crema chantilly. También hace gelatinas de mosaico en jabón, que destacan por su realismo.
Destaca que además de los pedidos de pasteles, hace trabajos especiales para empresas, pues le piden piezas con sus logotipos, lo que en muchas ocasiones representa un reto a su creatividad.
“A veces me dicen ‘haces jaboncitos’, como si fuera algo simple. Pero la verdad es dar tu tiempo, dar tu pasión, dejas todo, tu amor, esa emoción de que ya vas a ver terminado tu trabajo. Hay veces que me enamoro de las cosas que hago”, enfatiza.
Maricarmen ve de manera optimista el futuro, pues considera que después de lo pasado durante año y medio con la emergencia sanitaria la gente está más abierta a los productos naturales.
“Se ha hecho más consciente. Aquí no usamos productos artificiales o que sean de grasas animales, todo es vegetal. Eso le llama mucho la atención a la gente. Tratamos de que, por ejemplo, en los champus sólidos, nos ahorramos la botella que usamos en los champús líquidos. La gente busca mucho este tipo de productos”, abunda.
Maricarmen regresa a su actividad. Comienza a elaborar un pastel que le pidieron. La magia culinaria en jabón comienza a salir de las manos de la maestra repostera.