Si piensas que la fabricación de vinos y las tardes en los viñedos son parte de una vida llena de glamour, te equivocas, en realidad es una vida de campo al alcance de todos, y uno de los aspectos que más enorgullecen a la sociedad queretana.
Por eso, la escuela de vinos EVA, enclavada en el corazón del Centro Histórico de Querétaro, recibe cada año a cientos de personas interesadas en aprender todo sobre el mágico mundo de la vid.
De esta forma lo que comenzó como un sueño de emprendedores queretanos se ha convertido en una escuela que forma a los nuevos enólogos y sommeliers.
Para Valentina Garza, directora de la escuela de vino, recibir a decenas de alumnos en cada curso es prueba de que la fabricación de vinos tintos, blancos y rosados no es moda, sino una de las tradiciones más arraigadas en la ciudad.
“La cultura vitivinícola en nuestro estado es muy antigua, es algo que siempre hemos tenido en Querétaro, está en nuestro escudo, no es un tema de moda, dejamos el tema olvidado por muchos años pero ahora lo estamos retomando, siempre hemos sentido pertenencia con la vid y con el vino”, señala.
El sueño comenzó en 2011 cuando un grupo de jóvenes queretanos y amantes de los vinos soñaron con tener su propio viñedo y fabricar sus propios vinos. Así fue como se organizaron para realizar las inversiones necesarias y no sólo convertirse en fabricantes, sino también crear una escuela.
“Todo comenzó con un grupo de jóvenes que se reunieron para tomar clases sobre cómo hacer su propio vino, elaboraron su propio vino y se dieron cuenta que con estos cursos podrían detonar mucho más la región vitivinícola de Querétaro, entonces decidieron crear la escuela, formar su propia asociación civil sin ánimos de lucro, y continuaron con cursos de enología para que cada año las personas pudieran iniciar a realizar su propio vino”, cuenta Valentina.
Para aprender a fabricar tu propio vino tinto, no basta con aprender a procesar y fermentar uvas, sino que se debe aprender mucha teoría y, sobre todo, practicar en viñedos reales. Ese es el concepto que los emprendedores quisieron plasmar en su escuela, y lo lograron.
De esta forma, los alumnos no sólo aprenden el proceso real de la fabricación de vino, sino que también se apoya a las empresas locales.
“Nosotros enseñamos a los alumnos a amar el campo, a entenderlo y trabajarlo, ellos podan, plantan, siempre trabajamos en distintos viñedos de la región, se involucran en todos los procesos de la producción de vino, de hecho calculo que 80% de las vinícolas de la región contratan a nuestros alumnos. Todos nuestros cursos son en el campo, tenemos muy pocas clases en el aula, ese es nuestro concepto”.
En los salones de esta escuela, Valentina ha visto pasar a un sinnúmero de perfiles, desde adultos mayores jubilados, hasta jóvenes universitarios y mujeres empresarias. El mundo de la vid es para todos”, afirma Valentina Garza
“Hay grupos de alumnos que viajan cada fin de semana desde Chihuahua y otros estados. Aquí vemos jóvenes, adultos, jubilados, y es muy padre ver cómo el mundo del vino es para todos, no hay un perfil en específico” señala.
La escuela de vinos, como cualquier otro proyecto de emprendimiento, ha tenido altibajos, por ejemplo, uno de los principales obstáculos ha sido atraer la atención de los clientes, y conseguir que se inscriban a los cursos.
Esto se debe, dice Valentina, al desconocimiento sobre el mundo de los vinos, pues erróneamente se tiene la idea de que la fabricación de vinos y el trabajo en los viñedos es accesible sólo para unos cuantos.
“La labor de nuestra escuela es derribar esa idea de que el mundo de los vinos es ploff, el vino es campo, es un trabajo artesanal, en Querétaro hacemos el mejor vino espumoso del país, nuestros vinos son los segundos más galardonados a nivel nacional. Muchos creen que un proyecto vitivinícola es sólo para cierto tipo de población y no es así, todos podemos involucrarnos, cargar cajas el día de la cosecha, trabajar duro, ser pacientes en un proyecto así.
“Un gran obstáculo ha sido cambiar eso, que la gente entienda en nuestra publicidad de qué se trata una escuela de vino, porque no podemos competir, por ejemplo, contra un negocio de belleza, con actividades que todos conocen, y nosotros tenemos que explicar qué es ampelografía, tuvimos que aprender a vender nuestros cursos, difundir estos conceptos”, dice.
Aunque están satisfechos con la respuesta que han tenido durante estos 8 años, los emprendedores tienen un objetivo a cumplir en corto y mediano plazo, el de utilizar menos materiales que dañen al medio ambiente y volver al sentido común. Crear un nuevo concepto de turismo respetuoso con el planeta y con los propios viñedos.
“Tenemos que volver al sentido común, no deberíamos hacer más publicidad en papel, no más espectaculares para difundir los viñedos, porque la ruta del queso y el vino está muy contaminada visualmente, como escuela queremos aportar a eso, eso no es un reto del futuro, es un reto del presente, de hecho ya vamos tarde para resolver este problema”, señala.