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Un juego no deja dormir a Luján

Un juego no deja dormir a Luján
01/03/2016 |02:56
Redacción Querétaro
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Son las 20:15 horas del viernes y Daniela Luján se encuentra sentada en las escaleras cercanas a los camerinos y escenario. “¡Aaaaarghhh!”, exclama al saber que faltan unos 20 minutos para el estreno de El juego que todos jugamos, en el teatro Ignacio López Tarso de la Ciudad de México.

La noche anterior no durmió, pero es normal en ella.

“Pasa desde tres semanas antes, cuando empiezas a contar lo que falta”, revela divertida.

“No dormí bien, empiezo a soñar que no tengo el vestuario, que me faltan los zapatos, que se me olvida el texto, que digo otra cosa y me pierdo en el teatro, no sé, ese tipo de cosas que creo todos los actores soñamos”, indica la actriz.

Con más de 20 puestas en escena como experiencia, Daniela (Luz Clarita), de 27 años, se da tiempo para platicar con quien así se lo pide. El resto del elenco Luis Lesher, Damyanti Quintanar, Enrique del Olmo, Perla Encinas y Segio Suárez repasan sus líneas y también bromean, algunos moviendo continuamente las piernas mientras se encuentran sentados en silla o el suelo.

El juego que todos jugamos fue escrita por Alejandro Jodorowsky basándose, entre otros, en los libros El arte de amar de Erick Fromm; Yo estoy bien, tú estás bien, de Thomas Harris; Las formas ocultas de la propaganda, de Vance Packard; Escucha hombre pequeño, de Wilhelm Reich y La agresividad humana, de Anthony Storr.

El director de la puesta, Rodrigo Mendoza, está entre las butacas esperando el momento de la tercera llamada y el levante del telón.

Ya hizo lo que podía en semanas previas y el resto ya es cosa de los elegidos en escena.

“¡Emborrachándome!”, bromea el también actor al cuestionársele cómo controla su temperamento el día de la apertura oficial a público.

Mendoza dice que Jodorowsky, quien ha acuñado el término de psicomagia para una terapia cuya finalidad es sanar los bloqueos materiales, corporales, sexuales, emocionales e intelectuales para el crecimiento humano está interesado en asistir en algún momento de las siete semanas que tendrán como temporada. “Está interesado en verla y estamos esperando respuesta, se encuentra terminando una película”, indica Mendoza.

Si llega a concretarse, el chileno verá a los actores transformarse en doctores, luchando por salir de su jaula interna, al público tomarse de la mano y a quien se pregunta de qué trata la obra, acaso por no saber que es la vida misma la que se representa.

“Salir al escenario”, comenta Daniela, “es como estar enamorado, se da esa sensación como cuando vas a ver esa persona que te causa mariposas en el estómago y se disfruta”.

Dan las 20:35 horas y, junto con sus compañeros, está a segundos de entrar al escenario. Cada uno entrará con sus miedos y preocupaciones.

La de Luján, quien tenía siete años cuando entró al medio artístico, quizá sea que sus manos no la traicionen.

Como casi todos los actores, tiene ciertos vicios contra los que batalla.

“Soy una persona muy expresiva con las manos, a todos nos toca un texto que es nuestro ‘coco’ que cuesta trabajo, y cuando pasa eso, mis manos se vuelven torpes y se vuelven muy pensadas y ¡es de ponerlas quietas, lo tengo consciente!”, revela.

Pero el público de El juego que todos jugamos, lo más seguro es que no se de cuenta de eso, si llega a pasar.