El Centro Histórico de la ciudad resguarda un restaurante que mezcla recetas clásicas de la comida casera con raíces tradicionales, pero además le agrega ciertos tintes innovadores; todo servido en un ambiente natural, relajado y confortable, se trata de “El patio del colibrí”.
La decoración de este recinto posee una imagen juvenil que está plasmada en las paredes en tonos pastel a juego con blanco, para ceder el protagonismo al gran patio con árboles que le brindan frescura al ambiente.
En la entrada del lugar hay un pizarrón en el que los visitantes comienzan a imaginar su deleite con los platillos que se anuncian en la comida corrida, que incluye recetas tanto para vegetarianos como para carnívoros de corazón, en donde también se muestran los accesibles costos, que no están peleados con la calidad y el sabor.
La historia de este lugar data de abril de 2010, cuando el recinto se encontraba ubicado en la calle de Pino Suárez, siempre con la intención de hacer sentir a la gente como en casa.
“El concepto y las formas las inició mi hijo Cristian Omar, él fue quien brindó las bases de todo esto, al inicio dijo que no le gustaba dar el agua de siempre y fue entonces cuando creó nuestras ‘pinolas’, además el ideó el servicio porque había estado en Estados Unidos y tenía algunas ideas de lo que conoció allá”, comentó Rodolfo Reyes, fundador del lugar.
Conforme pasó el tiempo el restaurante volvió a cambiar de sede, asimismo se modificó el logotipo y algunos muebles se renovaron, pero la esencia del lugar sigue siendo la misma, pues Rodolfo Reyes, conserva a sus mismos clientes, derivado del buen trato y del sazón en cada uno de los platillos que han sido transmitidos de generación en generación.
“Algunos de los guisos base reconocidos, son de la familia; mi suegra hacía un guiso con chayotes y nosotros lo bautizamos como chayotes a la crema, mi mamá preparaba enchiladas verdes con huevo y los mismos clientes las nombraron ‘las enchiladas del patio’, la mamá de mi concuño tenía un guiso con calabazas y una salsa con mayor sabor a cilantro y crema y lo bautizamos como res al cilantro y así, son varios platillos tradicionales que se han quedado en el menú”, describió Reyes.
Por si la decoración, el sazón y el bajo costo fueran poco, para el fundador del restaurante, quien también funge como cocinero, lo más importante es seguir creciendo como familia, ya que considera a sus clientes como miembros de ésta.
“Nos conocen por ser un lugar familiar en el cual los visitantes se sienten como en su casa y para mí, la mayoría son como parte de mi familia, así es nuestro trato, muy cercano. Nuestros mejores puntos son el agua, el alimento y el trato familiar”, puntualizó.
Rico y saludable
El nombre del lugar surgió porque su primera ubicación era visitada por los colibríes.
Todos los días se sirve comida corrida por 60 pesos, e incluye dos tiempos.
Las ‘pinolas’ son una mezcla de frutas y verduras especiales para las bebidas.
Más de 500 platillos conforman el menú de este restaurante.
Ricardo Carrouché, actual administrador fue quien renovó el lugar para darle un toque fresco a la decoración.