Por segundo año consecutivo se llevó a cabo el festival Medieval y Renacentista Querétaro, en el que bufones, orcos y caballeros destacaron entre los asistentes.
Como si se tratara de un viaje en el tiempo, cientos de fanáticos de la época medieval se dieron cita en las instalaciones de Hacienda Tovares, en el municipio de Cadereyta, para ser testigos de una fiesta llena de música y diversión.
Al llegar al lugar destacaban las jaimas —tiendas de campaña hechas de cuero— tal como se usaban en los campamentos, así como en los “mercadillos” de aquella época, que albergaban artículos a la venta como espadas, hachas, cascos, entre otros elementos ad hoc a la temática para completar el outfit.
Durante dos días el programa ofreció distintos tipos de espectáculos, tales como cetrería —caza de aves rapaces— bailes tradicionales y justas por parte de compañías profesionales en el ámbito, tal fue el caso de Mundo Medieval, una organización que acudió con su equipo desde Guadalajara para presentar un combate escénico.
“Venimos a divertir a la gente y a darles a conocer un poco más de este mundo. Realmente yo llevo poco, alrededor de seis meses, desde toda la vida me han dicho ‘Vikingo de Tlaquepaque’ y con el paso del tiempo, me he metido más en esto”, comentó entusiasmado Erick Villalvazo, actor de Mundo Medieval.
Entre las propuestas gastronómicas, los asistentes conocieron una de las bebidas más representativas de la región nórdica, la “hidromiel”, un destilado a base de la fermentación de miel de abeja, ofrecida por “Alquimista”, una marca artesanal originaria de la Ciudad de México.
La “hidromiel” cuenta con su propia leyenda, pues se dice que al no poder fermentar la cebada para producir cerveza, los islandeses, noruegos y suecos idearon la manera de hacer un elixir de otra manera, que luego llegó a ser la bebida estelar de los festines de Odín —dios de la mitología nórdica—.
Otra de las atracciones fueron los clásicos piratas; los más pequeños de las familias corrían encantados para tomarse fotografías con los peculiares bandidos, quienes con sus garfios, parches y banderas de calavera, posaban ante la cámara.
“Estamos aquí porque nos encanta todo lo relacionado a esta temática; nos gusta caracterizarnos y sacarle una sonrisa a la gente. Además vendemos accesorios, vestuarios, dijes, cuernos y varias cosas del estilo, hechas a mano”, comentó Celeste López, integrante del grupo Dracolich.
Caída la tarde, los invitados se reunieron en el campo de batalla para ser testigos de verdaderos enfrentamientos de justa, un combate entre dos contendientes a caballo con una lanza para reclamar el derecho a sus terrenos.