La amistad que surgió desde que eran compañeros de clase en una escuela de música y la pasión por el jazz, llevó a Raúl Rodarte y David Gálvez a la creación de Kiss my Jazz, un proyecto musical que comenzó en el 2011 y que está en constante evolución.

“No es una banda de rock ya estable, estamos en el camino del aprendizaje, en constante avance y cada vez más adquiriendo nuevos conocimientos”, dijo Raúl.

Actualmente, Kiss my Jazz está integrado por Elena Wum, en el trombón; el originario de Veracruz, Raúl Rodarte, en el saxofón; David Gálvez, nacido en Zihuatanejo, en la guitarra; y el queretano Felipe Muñoz, también en la guitarra.

“Después de mucho tiempo, un año aproximadamente, de buscar Raúl y yo nuevos integrantes para la banda se integra Elena y, desde hace tres meses Felipe, con quienes empezamos una agrupación más formal. Al principio llegaban músicos pero no se quedaban de fijo”, refiere David Gálvez.

Ya como cuarteto, comenzaron a tocar en un restaurante, en donde se presentaron por algunos meses; sin embargo, buscaron nuevos escenarios en los que ahora se presentan los miércoles y viernes en sitios diferentes de Querétaro.

“Nuestra primera participación fue una buena oportunidad para crecer y empezar a crear un repertorio, tocamos piezas que son de finales de los años 40, de finales del siglo antepasado”, dice Elena Wum, egresada de la Licenciatura en Jazz de la Escuela Superior de Música.

La peculiaridad de esta agrupación es que no cuenta con una batería, como existe en la mayoría de los grupos de este género musical y todas sus interpretaciones están basadas en el jazz manouche, gypsy jazz y dixieland, además de algunas piezas de swing.

“Nuestro repertorio es rebuscado, no es el promedio de jazz que se escucha en los bares y la formación es un poco diferente porque Raúl y David empezaron tocando sólo jazz manouche, ahora ya somos un cuarteto con dos guitarras, bajo y saxofón, entonces cambia la dinámica”, explica Wum.

Por el momento, el cuarteto no cuenta con ninguna producción discográfica, aunque sí lo han pensado, tocan covers. La falta de patrocinio a la que se enfrentan es una de las limitantes para lograr sus propias creaciones, que más que la letra consiste en arreglos musicales.

“Está en puerta la propuesta de un nuevo disco, su creación implica dinero y, por el momento, como banda de jazz independiente no contamos con ese apoyo”, revela David.

Aunque existen temporadas de poco trabajo, los músicos ven al jazz como una forma de vida con la que han logrado sobrevivir, pero más que dedicarse a este género por dinero, también lo hacen por gusto.

“Más que una cuestión económica, tocamos por la pasión al jazz. También es un trabajo, una forma de vivir”, reitera Elena.

Reconocen que para llegar a ser buenos músicos requieren de mucha práctica, misma que llevan a cabo de manera individual día con día y, en grupo, dos horas por semana como parte de su preparación antes de sus conciertos en restaurantes y eventos en donde los soliciten.

Sus proyectos

Además de seguir tocando, de aumentar su repertorio y descubrir los orígenes de la música, los integrantes de este proyecto están interesados en armar conciertos didácticos dirigidos a niños de casas hogares, principalmente, con el objetivo de transmitirles un poco de lo que a ellos los hace felices.

“Se trata de eventos benéficos, claro que sería maravilloso si alguien los patrocinara, pero la idea no es obtener fondos sino ofrecer a estos niños algo distinto, algo de lo que puedan aprender. Ya comenzamos el pasado domingo con una casa hogar y fue increíble, realmente se cumplieron nuestras expectativas”, dice Felipe Muñoz.

“Lo estamos haciendo porque creemos en la música como medio para relacionarnos en esta sociedad, aunque sea nuestro trabajo yo creo que es nuestro deber también compartir nuestra pasión con estos niños a quienes no llega esto”, concluye Elena Wum.

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