Para Samuel Solorio hacer piruetas con una motocicleta es un arte, casi una necesidad; para su novia y sus padres es cosa de locos. "Sobre todo cuando te llegas a caer y, ya sabes, te dicen que lo dejes, que ya estás grande, pero es algo que ya lo traes y qué se hace", relató a EL UNIVERSAL Querétaro.
Samuel tiene 34 años y hace maromas con su moto desde hace más de dos décadas. "Es un deporte extremo y es padre porque siempre aprendes algo, ya cuando logras mantener el equilibro en una sola llanta, y avanzar hasta donde tú quieras, la verdad es que sí se siente bastante padre".
Cuando están todos, se llegan a reunir unos 30 motociclistas. Se hacen llamar los “Crazy Racing Team” (CRT) y hacen exhibiciones. Eligen una calle vacía de Querétaro y hacen lo suyo.
Es un club de motos acrobáticas, tienen años pero no están registrados. Tienen un presidente, un vicepresidente, el mismo Samuel, y toda una organización.
"Digamos que somos amateurs, tenemos un lugar que nos prestan, es una calle, una colonia nueva y la ventaja es que puedes hacer lo que se te dé la gana, pero sin afectar a nadie", explicó.
Cuando hacen su show, estos motoristas se paran en el asiento, brincan y dan arrancones.
Lo más espectacular es cuando levantan sobre la llanta trasera, se llama "caballito", luego la delantera, esta pirueta se llama "ende" y es de las más complicadas, aclaró el semi profesional de este deporte.
No sólo hacen maromas en este medio de transporte, también organizan caravanas a distintos sitios, el más reciente fue a las playas de Mazatlán, a la moto fiesta que se organiza en esa localidad cada año.
Samuel no sabe con exactitud cuántas piruetas se pueden hacer. "Muchas, no te podría decir cuántas, puedes hacer mil cosas".
El motorista de Querétaro se ha caído tres veces y ha ido a parar al hospital. "No han sido graves". En varias ocasiones lo ha detenido la autoridad, a él y sus amigos, pero como dicen los papás: no entienden y siguen con eso de las motos y las maromas.
Se definen como un club no profesional de motos acrobáticas, por una sencilla razón: "Sólo hay cinco profesionales en el país", explicó el entrevistado. No cobramos por hacerlo, "no vivimos de esto, lo hacemos por hobby", precisó.
No sólo está el problema del peligro, también cuentan los costos que implica practicar este deporte.
Cada motocicleta cuesta, en promedio, de 120 a 200 mil pesos, y cada llanta tiene un costo de 3 mil a 4 mil pesos. “Hay que estarlas cambiando a cada rato; y si te caes, cada caída te vale entre 10 o 20 mil pesos", afirma el entrevistado. Luego está el dinero para el traje especial y los guantes, el casco y muchas artículos más para la seguridad.
El sueño de Samuel y de los “Crazy Racing Team de Querétaro” es llegar a ser acróbatas profesionales y tiene la confianza de que algún día lo lograrán, antes de matar de un susto a sus papás.
Los CRT no tiene sitio fijo para sus shows, ni horario ni fecha. Si los ve pasar por la calle con sus motocicletas, pregunte a dónde se van a presentar y, si tiene suerte, será testigo de un espectáculo de motos y maromas que no olvidará jamás.