Luego de una exitosa temporada en la ciudad de México, el reconocido actor Diego Luna arrancó gira teatral por el interior del país con el estreno en Querétaro de la obra “Cada vez nos despedimos mejor”.

De ahí que el montaje, escrito y dirigido por Alejandro Ricaño, tuvo lugar en el teatro Alameda a medio llenar, producto de la nula campaña de promoción.

La puesta en escena recorrerá una decena de ciudades a partir de este martes y hasta agosto. Pasará por Jalapa, Veracruz, Puebla, Durango, Zacatecas, y Cuautitlán, en el Estado de México, entre otras plazas, informó Jacobo Márquez, responsable de prensa de la gira.

Diego Luna aprovechó su paso por la ciudad de los arcos para grabar un comercial y ofrecer entrevistas a una televisora de Guadalajara y a una de Querétaro que llegó a la cita por accidente.

“Viene muy cansado, Diego trabaja mucho”, fue la excusa de Márquez, de la empresa “Lado Be”, para justificar la falta de atención a la prensa local.

El actor es el propio presentador de su obra: “Buenas noches, gracias por estar esta noche con nosotros, es un gusto ver tanta gente, les voy a pedir que apaguen sus celulares, nada más un rato, la obra dura una hora y minutos, no es tanto, pero vale la pena la experiencia”, dijo.

Acto seguido, Luna respira, se concentra y entra en personaje, Mateo, un hombre que recuerda a su madre y el terremoto de 1985 donde muere aplastada en un edificio; su padre, siempre con un cigarro y un perro ciego en las piernas; y su encuentro con Sara, la mujer de su vida que lo abandona.

“Cada vez nos despedimos mejor” es un monólogo. En el escenario, Diego Luna y el músico Darío Bernal se acompañan. Tres lámparas, tres sillas y una batería, componen toda la escenografía, obra de Matías Gorlero.

El diálogo de Mateo lleva al espectador por sus más gratos y lastimeros recuerdos personales, auxiliado por momentos de la vida nacional, como el terremoto de 1985, el fraude electoral de Carlos Salinas de Gortari, el movimiento zapatista en Chiapas y el subcomandante Marcos, el bombazo de Morelia, Peña Nieto y la pifia de los tres libros, etcétera.

“Cada vez nos despedimos mejor” se presentó durante cuatro meses en la Sala Chopin en la ciudad de México. La obra fue estrenada poco después de que Diego Luna concluyera el rodaje de “César Chávez”, su biopic del activista latino César Chávez.

El actor de “Elysium” suspendió la obra en el DF para exhibir su película en la Casa Blanca, en una proyección privada con el presidente Barack Obama y su familia. Está en puerta el estreno de la película en Estados Unidos, el próximo viernes, y posteriormente llegará a los cines de México.

Diego Luna, hijo del escenógrafo Alejandro Luna, nació y creció en el teatro, pero se le ve poco en un montaje, debido a que su carrera se ha desarrollado más en el cine y la televisión.

La última vez que hizo teatro fue con “Matar a un canario”, una obra que tuvo buenas críticas, pero pocas entradas. La temporada de esta obra fue muy corta en cartelera.

“Cada vez nos despedimos mejor” no sólo es el regreso de Luna a las tablas, es la reconciliación con el arte que le vio crecer y formarse como actor.

Gracias a la fuerza del texto de Alejandro Ricaño, el actor puede hacer lo que no ha hecho en el cine, que es conmover al espectador, hacerlo reír con un humor inteligente y puntilloso, y finalmente, convertirlo en cómplice de una gran historia.

Con esta obra, Diego Luna demuestra que es un actor de suficientes recursos narrativos y no el intérprete de medio pelo que hemos visto muchas veces en el cine y la televisión.

Es una lástima que la puesta en escena “Cada vez nos despedimos mejor” vino a Querétaro sólo de pasadita y casi sin avisar, acompañada con un pésimo equipo de prensa que no permitió entrevistas ni tomar fotos a la obra y que bajo pretextos absurdos (“Viene muy cansado”), escamoteó una de las mejores obras, garbanzo de a libra, que circulan por la cartelera y que todo mundo debería ver.

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