Madrid.— El cineasta portugués Manoel de Oliveira, considerado como el más prestigioso de su país y el más conocido a nivel internacional, falleció ayer a los 106 años, señalaron medios lusos.
El presidente de Portugal, Aníbal Cavaco Silva, lamentó la muerte del director al que consideró “el mayor símbolo del cine portugués en el mundo”, en una breve declaración al país desde el Palacio de Belem, en Lisboa.
“Portugal ha perdido a uno de los mayores exponentes de su cultura contemporánea y que mucho contribuyó al reconocimiento internacional del país”, dijo, y añadió que la vasta obra del cineasta “quedará para siempre como testimonio de la cultura lusa, que él supo interpretar como nadie, tanto en su dimensión popular como en su dimensión erudita”.
Manoel de Oliveira nació en Oporto el 11 de diciembre de 1908 y durante su carrera realizó cerca de 60 películas. Su último trabajo, el cortometraje El viejo de Belem, se proyectó en 2014.
Considerado el cineasta más longevo del mundo, debutó como director a los 23 años (en 1931) con el documental Douro Faina Fluvial, al que siguieron varios documentales hasta que rodó su primer filme, en 1942, Aniki-Bóbó, sobre unos niños de las calles de Oporto.
La proyección internacional de Oliveira se dio a mediados de la década de los 70, a partir de su largometraje Benilde , y en algunos de sus filmes ha tenido a actores de la talla de la francesa Catherine Deneuve, el estadunidense John Malkovich o el italiano Marcello Mastroianni.
Es considerado un cineasta de culto en Europa y Brasil y durante su carrera recibió, entre otros galardones, un León de Oro del Festival de Venecia (1985) y una Palma de Oro del Festival de Cannes (2008).
París lo tributa. La ministra francesa de Cultura, Fleur Pellerin, rindió ayer homenaje al cineasta.
“La vejez fue para él la época de la cosecha, en la que continuó recibiendo los frutos de toda una vida de meditación y contemplación, una vida de poeta”, resaltó la ministra en un comunicado en el que también dio el pésame a sus familiares y amigos.
Pellerin recordó que era el decano de los cineastas en actividad y “un creador de una energía fascinante”, que actuó en La chanson de Lisbonne, primer filme hablado que se rodó en Portugal, aunque, por supuesto, se dio a conocer en el mundo como uno de los más grandes nombres del séptimo arte.
México lo recuerda. Los directores mexicanos Julián Hernández y Rigoberto Pérezcano hablaron del trabajo del realizador portugués y su aportación al cine mundial.
“Conocí su trabajo cuando yo estaba en la escuela y me impactó como espectador; luego que lo analicé mucho más vi la libertad que siempre tuvo y espíritu siempre joven que es lo más importante, porque siempre estuvo intentando cómo investigar.
“Fue un cineasta que siempre se mantenía a la vanguardia”, señaló Hernández.
Para Pérezcano (Norteado y Carmín tropical) el ímpetu de Oliveira con más de un siglo de edad, era admirable. “Si revisamos toda su obra desde el momento que empezó a filmar, hizo películas mudas, es un ejemplo de energía y de talento al dejar tantas cintas maravillosas, de las cuales no puedo mencionar una porque sería ingrato pero su filmografía estaba muy apegado a lo que me gusta a mí en el cine”.