Un rebelde, amante del rock que siempre brindaba a sus alumnos un trato inigualable y lleno de consejos para enfrentar la vida de la mejor manera, así es como será recordado el artista plástico Julio César Cervantes El Diablo, creador del taller de serigrafía de la Casa de la Cultura Ignacio Mena.

El también músico fundó en 1978, junto a Gerardo Esquivel, Gustavo Pérez y Julio Castillo, un espacio para promover la técnica de serigrafía.

“El taller se inició en una época en la que Querétaro era una ciudad muy conservadora y todavía se tenía la concepción del arte tradicional, por lo que ellos llegaron a irrumpir con cuestiones más contemporáneas y arriesgadas”, comentó Daniel Orlando Ramírez Moreno, quien se quedó como encargado del taller después de que El Diablo se jubilara en 2015.

Daniel entró en 1998 a aprender serigrafía y recuerda que más que dar lecciones sobre la técnica, el maestro les enseñó a amar la vida y a vivirla sin prejuicios, por lo que aseguró, son muchos los recuerdos que embargan su mente ahora que el artista ya no está.

“Tengo un montón de recuerdos, al final de cuentas para todos los que lo conocimos aquí en el taller era una figura paterna, más allá de la cuestión técnica y las enseñanzas que nos deja dentro de la serigrafía, permanecen en los recuerdos de todo el tiempo que convivimos con él”, dijo Ramírez Moreno con la voz entrecortada.

Cervantes dedicó su vida a la enseñanza y fue uno de los activos más destacados dentro de la Casa de Cultura, y siempre difundió la serigrafía artística. Uno de los proyectos más importantes que realizó fue en colaboración con el Patronato de las Fiestas de Querétaro en los años 90, contribuyendo al diseño de los carros de La Cabalgata.

Irónicamente, este año el taller cumple 40 años de existencia y los alumnos estaban preparando una celebración especial, en la que por supuesto estaba contemplada la presencia del precursor de este espacio.

Daniel recordó que el pasado viernes recibió una llamada de Emiliano, hijo del pintor, para avisarle que un día antes su padre había tenido un problema de salud, finalmente falleció ayer alrededor de las 15:00 horas.

A Cervantes le sobreviven sus dos hijos y su esposa, Ale Lobato, con quien pasó sus últimos días.

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