El trabajo estratégico en función de una vitivinicultura sustentable y la experimentación con cepas en nuevos territorios, anticipándonos en buena medida a los efectos del cambio climático, marca la esencia de Torres, la bodega catalana con sede en el Penedés, con presencia como productores en diversas DO españolas y en países como Francia, Estados Unidos y Chile; así como con una labor comercial en más de 150 países, entre ellos México, mercado número uno a nivel mundial en el rubro del brandy, y donde tienen presencia desde 1928.
Uso de calderas de biomasa, transporte eléctrico-solar dentro de sus instalaciones, edificaciones sostenibles con balsas recolectoras de agua de lluvia son sólo algunas de las propuestas de esta empresa conformada en 1870, y que sigue manteniéndose como una empresa netamente familiar. Esta situación da la oportunidad de emprender y mantener proyectos a largo plazo, con la amplia certeza de darles continuidad, dice Miguel Torres Maczassek, quinta generación de la dinastía y director general de Grupo Torres, durante su reciente visita en México.
"Cuanto más cuidamos la tierra, mejor vino conseguimos", expresa el lema de la que es considerada "la bodega más admirada del mundo", de acuerdo con Drinks Internacional, "por la calidad de sus productos, sus volúmenes de producción y su presencia a nivel internacional".
Esa filosofía se perfila igualmente hacia una expansión territorial en término de la aventura en terruños distintos, con diferentes cepas, siempre con el código de la sustentabilidad. El manifiesto más reciente de esta búsqueda: Escaleras del Empedrado, "el proyecto más laborioso en toda la historia de la bodega. Es el primer vino que nace en terrazas de piedra pizarra en Chile, con ese marcado carácter que imprime el terreno y una frescura y acidez que lo sitúan a caballo entre el Viejo y el Nuevo mundo”.
Valle del Empedrado, en Maule, es la sede de este proyecto nacido en 1995 bajo la premisa de obtener, de acuerdo con las condiciones del terruño, vinos de alta gama a la manera del Priorat o de Duero. Se experimentó con diversas cepas, sin embargo el frío extremo impedía la maduración de la uva. Finalmente se plantó Pinot noir, “una variedad que se adaptó perfectamente al terreno y a las condiciones climáticas", explica Torres Maczassek.
"La inversión ha sido de 4 millones de dólares y desde luego no es algo que recuperaremos a corto plazo. Tuvimos que enfrentar muchos problemas con el clima, además de que los pájaros solían comerse los frutos. Intentamos solucionarlo con espantapájaros, por ejemplo. Al principio funcionó, pero poco a poco se acostumbraron y perdieron el miedo. Finalmente optamos por utilizar redes, lo cual fue la solución,” y agrega, “La primera añada oficial es la de 2012, con una producción de 200 cajas, de tal manera que va a ser una distribución muy limitada. Es un Pinot noir fino, con expresiones que recuerdan a California y a la Borgoña. Ha sido un importante esfuerzo en el rubro de la experimentación, de permitir la acción con cepas diferentes en escenarios que son un auténtico descubrimiento en la vitivinicultura y que nos dan idea del potencial del terroir chileno, más allá de lo conocido," dice.
Torres es una empresa sustentada en mirar hacia adelante, a romper paradigmas. Mas La Plana, cuya añada 2010 celebra sus 40 añadas, fue la gran provocación de Miguel A. Torres con un Cabernet sauvignon en botella borgoñesa como emblema del viño español que acabaría por imponerse en la Olimpiada del Vino de París, en 1979. Hoy la epopeya se enfila a la expansión en nuevos territorios, con producciones tal vez inusitadas, pero tendientes a una lectura anticipada de los efectos del cambio climático: "Siempre hay nuevas oportunidades de hacer vinos extraordinarios," subraya Torres Maczassek, presidente del Grupo Torres desde 2012.
"En 2012 y 2013 vivimos momentos difíciles debido a la crisis económica, pero estamos en un momento de recuperación. Había previsto que para 2015 estaríamos ya presentando nuestro cava, pero hemos llegado a la conclusión de debemos esperar otro año para alcanzar la calidad que pretendemos. En la tierra del cava para nosotros tiene un gran significado incursionar en ese rubro; sin embargo buscamos un producto extraordinario, Premium, no es nuestro interés desplazar grandes volúmenes.”
Torres afirma que hay mucho trabajo por hacer y mucho por innovar. “Pienso en el pasado y basta recordar cuando a mi abuelo lo criticaron por embotellar el vino. Decían que era una locura cuando el vino se vendía a granel. Lo que nunca podemos perder de vista es la importancia de una viticultura respetuosa con el medioambiente,” afirma. Por el momento, el objetivo principal de la casa Torres es reducir las emisiones de CO2 en 30% por botella hasta el 2020, con respecto al 2008. “Hemos conseguido reducir 10% las emisiones gracias a una inversión de 10 millones de euros enfocada a la eficiencia energética. Otra de las acciones: reducir el peso de la botella para disminuir la huella de carbono," concluye Maczassek.