El Sol y la Luna no son más que dos niños traviesos, dos niños muy traviesos que protagonizan uno de mitos más importantes de la cultura chinanteca, en donde David Manzanares creció, y este joven artista ha retomado el mito del niño Sol y la niña Luna, en una serie de escultoras que se exhiben en la Galería Municipal Rosario Sánchez de Lozada.
Un Señor Venado, un águila de dos cabezas que come gente, un niño y una niña que se escondían en el interior de unos huevos, además del niño es el Sol y la niña la Luna, son algunos de los personajes que han tomado cuerpo en la exposición Mito del Sol y la Luna, que permanecerá abierta hasta el 1 de marzo en dicha galería del Centro de Querétaro.
La historia cuenta que los traviesos niños habían sido capturados por el águila devoradora y, mientras el animal dormía, los pequeños lanzaron una cuerda alrededor de su cuello y la apretaron tanto que al águila se le salieron los ojos.
La niña ganó el ojo más brillante, pero al bajar de la montaña donde estaban, sintió sed, Sol le dijo que le daría agua a cambio del ojo brillante y ella aceptó.
De la tierra el niño sacó agua, pero le dijo que no la tomara hasta que el Sacerdote Conejo la bendijera, la niña no aguantó y se bebió el agua sucia. “Cuando Sol se dio cuenta agarró al conejo y se lo tiró a la cara. Así nacieron el Sol y la Luna”.
David Manzanares nació en Querétaro, pero creció en Oaxaca de donde son originarios sus padres, por un tiempo estuvo viviendo en el Distrito Federal, en donde fue aprendiz del escultor Juan Carlos Canfield; en Guanajuato fue discípulo del escultor Pedro del ViIlar, en donde trabajó madera, piedra y metal. Este joven creador también hace trabajos con cerámica, resina, fibras de vidrio y textiles.
En 2013 presentó en el Museo de Arte la exposición Bordados Ancestrales Iconografías Hña hñu en los textiles de San Ildefonso Tultepec, Amealco, producto del taller que impartió a mujeres indígenas dedicadas al bordado. Ha participado en más de 20 exposiciones, individuales, colectivas, y en su obra resaltan temas de sus raíces indígenas.
Asimismo, el artista ha trabajado piezas de cartonería de hasta siete metros de altura; sin embargo, su máxima obra es el modelado del Jugador de Pelota, escultura de más de cuatro metros de altura, bañada en bronce, que hoy se encuentra en la explanada de rectoría de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).