“No somos lo que hemos escuchado, pero lo que hemos escuchado conforma lo que somos”: Francesc Torralba
¿Es necesario para escuchar ser artista? Para el autor Francesc Torralba cada uno de nosotros debe de serlo (y no necesariamente en una de las bellas artes, como la música). Y es que, analizando los requerimientos de su libro "El arte de saber escuchar", en el primer capítulo, podemos atisbar la tremenda complejidad de uno de los actos más naturales en el ser humano.
Escuchar es un acto de libertad y voluntad. Escuchar es abandonarse en el otro y ser capaz de percibir la verdad que encierran sus palabras. ¿Por qué de libertad? Porque aun dentro de un fenómeno educativo y condicionados en un salón de clases, podemos pasar toda una vida escolar sin tener la voluntad de escuchar. Es un hecho que demanda la capacidad de permitir a otro tener injerencia en nuestra intimidad, por la terrible humildad que esto requiere.
Cuando se escucha, debemos ser capaces de dejar de lado los aspectos subjetivos que interfieren en el discurso emitido por otra persona. ¿Es importante el tema a escuchar? ¿Se está libre de prejuicios ante la persona que se escucha? ¿Se hace simplemente por obligación?
Escuchar exige un silencio interior y tiempo para hacerlo, así como poder confrontar las ideas del otro con las propias y aceptarlas. En ocasiones no estamos listos para escuchar y esto lo demuestra el tiempo, cuando ese mensaje que se nos dio en el pasado, enaltecido por la experiencia de otro cae en nuestra conciencia con terrible certeza. Es entonces cuando la comprensión es cómplice de la escucha.
En la educación musical, la esencia de la profesionalización recae en ser escuchados constantemente. Ya sea en una clase de instrumento, por un director, por los compañeros, por el público y lo más importante, el músico profesional debe aprender a escucharse de manera objetiva y real.
¡Cuánto exige y demanda de uno mismo! Torralba sitúa a la escucha como parte fundamental de la educación y de crecimiento del ser humano. Escuchar reclama dejar el “yo” para entonces ser el “nosotros”. Al escuchar a una persona de manera honesta, se demuestra el interés por ser más de lo que soy y reconocer la realidad de otro.
Desafortunadamente ya no sentimos la necesidad de escuchar como práctica autorreflexiva de nuestra existencia a través de otro, sino como una forma asequible de enriquecer el ego gracias a la competitividad que estos tiempos demandan. Ahora “escuchamos” para ser más, y no para crecer juntos. Obviamente, esta práctica actual es parte de la calidad de vida que llevamos.
Si usted amable lector, es una persona que es escuchada sin ser criticada, juzgada y siente la bondad de su interlocutor frente a sus palabras, considérese afortunada y reconozca a su oyente como un artista.
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