Cuando Rodrigo moldeaba plastilina y tallaba madera, cuando jugaba a los 14 años, ya sabía que la escultura era su pasión.

A la muerte de su abuela -pintora y escultora-, su padre llevó a casa sus herramientas. Rodrigo tiene entonces, a la mano, todo lo necesario para dar forma a su imaginación, pasa de las ideas a los trazos, a la madera y después al bronce.

En el momento en que tiene que elegir carrera se define por la arquitectura, pero sin dejar de hacer escultura, misma que comenzó a estudiar de manera autodidacta desde hace 10 años y de forma profesional desde hace cinco.

Hay un personaje que entre sus manos va tomando forma y sentido. Desde los bocetos ya mostraba ciertas actitudes que denotaban una personalidad tanto fuerte como definida. Con el tiempo va adquiriendo vida propia y un sentido crítico natural, fresco y espontáneo. Su nombre: Timoteo, su nacionalidad: ciudadano del mundo.

A Rodrigo le cautivan los susurros de la talla en madera que a veces sugiere y otras exige manifestarse con libertad e ironía. Resulta que con el tiempo Timoteo se ha definido irreverente ante los convencionalismos y los sistemas rígidos, es un observador nato y tiene una agudeza que se traduce en sutil sarcasmo.

Detrás de su silencio, Timoteo siempre está observando y diciendo algo, con elementos iconográficos universales que le sirven como catalizadores. “Timo es la parte tangible, el hombre que puedes tocar; teo, lo intangible, la parte sublime, dualidad que está dentro de nosotros”.

Timo se da cuenta de trampas que nos seducen y en las que caemos frecuentemente. Observa que la humanidad va perdiendo sensibilidad y que en esa sensibilidad es donde radica su fuerza, explica Rodrigo.

“A pesar de ser minimalista, mi obra tiene varios elementos; mi reto es decir más con menos. Llegar a la síntesis del discurso en la actitud”.

Que la pieza hable, que no se calle

“Timoteo no tiene boca ni oídos. Muchas veces vamos por la vida en un parloteo que pierde la esencia. Lo que nos define es lo que hacemos. El resumen de nuestra vida es por lo que hicimos no por lo que dijimos”, reflexiona Rodrigo.

“Por eso la boca sale sobrando y habla con el lenguaje corporal. Tampoco tiene orejas porque ‘escucha’ a través de lo que ve: acciones, conductas…”, añade el escultor.

A Rodrigo le gusta romper estructuras, lo mostró cuando dejó su trabajo como arquitecto para dedicarse por completo a la escultura. Timoteo, su alter ego, siempre lo hace y después de todo, nos enseña que el romper paradigmas o el dejar de hacer las cosas de la misma manera, nos lleva a resultados distintos.

“El arte fue ganando peso en mi vida, se vuelve una necesidad, es adictivo”. Así, en esa relación dialéctica entre el creador y su obra, en la que ambos se recrean, Rodrigo y Timoteo son y no son uno mismo, hablan mientras callan y escuchan mientras observan.

Próximas exhibiciones

El artista presentará su trabajo en Acapulco, Valle de Bravo y en el Distrito Federal, durante diciembre y de manera permanente en La Aurora, en San Miguel de Allende.

Actualmente exhibe su obra en Italia y promete hacerlo próximamente en Querétaro.

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