EZEQUIEL MONTES.— Aún en sueños filmaba Rosalío Solano, fue un creador nato que tenía magia en su mente, cuentan sus hijas Sofía y Laura, quienes estuvieron presentes en la inauguración del Museo del Cine en Bernal, un espacio dedicado a la memoria del cinefotógrafo. Ambas relataron a EL UNIVERSAL Querétaro algunas anécdotas y el legado que dejó su padre para todo México.

Rosalío Solano Quintanar es originario de San Sebastián Bernal. En su adolescencia comenzó a laborar en la carpintería y más tarde, a los 17 años, lo invitaron a trabajar de asistente de tramoya en el largometraje Sobre las olas (1932).

Cinco años después ya era asistente de fotografía y formaba parte del equipo de Gabriel Figueroa en La Adelita (1937). En 60 años de carrera fue responsable de la fotografía de más de 200 películas, que le valieron diversos premios como el Ariel y la Diosa de Plata, entre otros reconocimientos que se exhiben en el recinto inaugurado el 28 de febrero, en el centro de Bernal.

UN BRUJO EN EL CINE

Como un hombre sencillo, humilde y con una gran sensibilidad, recuerdan a Rosalío Solano sus hijas Sofía y Laura Solano Aupart.

Hay muchas anécdotas sobre el trabajo de este personaje, quien colaboró con Ross Fisher, Jack Draper, Jorge Stahl, Gabriel Figueroa, Fernando de Fuentes, Matilde Landeta, entre. Pero, en especial, las descendientes del cinefotógrafo platican la historia que involucra a la enigmática figura de María Félix.

En la grabación de La Bandida, “María Félix no quería que mi papá la filmará porque su fotógrafo de cabecera era Gabriel Figueroa. Él iba a recibir un premio fuera de México y no podían postergar la filmación, porque en las grabaciones en un día se perdían millones”, relata Sofía.

“Cuando era un close up de la cara de María Félix, Gabriel Figueroa siempre decía: bueno, éste lo vamos a hacer en el estudio para cuidarte bien, para iluminarte como debe de ser, así era como trabajaba Gabriel. Pero, estando mi papá en filmación viene el close up y María indicó un corte”, prosigue Laura.

“No señora, afirmó mi papá, vamos a hacer el close up. No Chalío, respondió La Doña, aquí afuera no. Y él dijo: permítame hacerlo, si no estamos bien pues lo hacemos en interiores. Al otro día, cuando iban a ver las escenas que filmaron, llegaron a los laboratorios en el estudio Churubusco, entonces ella preguntó: ¿Y Chalío en dónde está?, y mi papá estaba en la parte de arriba, la actriz le pidió: Chalío, ven aquí junto a mí” cuenta Laura.

“Empezaron a correr las imágenes, por lo que mi papá mencionó: ahí viene la escena del close up y La Doña salió preciosa. Cuando terminó, ella volteó, lo agarró de la cara, le dio un beso y le dijo eres un brujo. Desde entonces, ella le dijo brujo; cuando hablaba a la casa o cuando lo veía le decía así porque nadie, ni Gabriel, la había sacado tan hermosa en un close up”.

Ésta es sólo una de tantas anécdotas que contaba Rosalío Solano a sus amigos y familiares. Durante la ceremonia de inaugración del nuevo espacio dedicado al cine, Mauricio Miranda Solano, nieto del camarógrafo de cine, también platicó con EL UNIVERSAL Querétaro.

“Las mejores historias, las mejores anécdotas de vivencias son de cuando él empezó como ayudante de electricista, como asistente de cámara, como director de fotografía; diferentes momentos de tensión, de alegría, sobre todo con la tecnología de aquella época que había que dominar para lograr una buena imagen. Estuve acompañándolo en lo que antes era Reino Aventura, en una filmación con Luis Miguel, en la película Ya nunca más. Recuerdo eso y el hecho de acompañarlo un par de veces al estudio Churubusco”, recuerda.

“Fue como mi padre, viví toda mi infancia con ellos (Rosalío y su esposa Sofía). Todos los premios que fue recolectando los tenían en la casa y fue una buena decisión el crear un museo para que los conocerán todo el Pueblo de Bernal”, manifiesta Mauricio Solano.

LA PEÑA Y ROSALÍO

Emocionada por el homenaje que le brindan al cinefotógrafo, Sofía revela que el don que tenía su padre “se lo dio este hermoso pueblo de Ber nal, él lo traía en la sangre, lo disfrutó y lo vivió. Dios le dio la oportunidad de desplazarlo, desarrollarlo, llevarlo justo al cine, realmente es un orgullo toda esa magia que traía él en su mente”.

“Hasta en sueños filmaba mi papá”, platica Laura. También puntualiza que una de las peticiones de su padre era volver a Querétaro y visitar el Cineteatro que lleva su nombre, llegar a pernoctar en Bernal, lugar que nunca abandonó y donde filmó la cinta Las fuerzas vivas.

Los miembros de la familia Solano Aupart sabían que cuando llegaba la época de vacaciones, era el momento de visitar Bernal. Hoy, las hijas del cineasta afirman que venir a este pueblo y ver la peña es como volver a ver a su padre.

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