En el arte de comprar, ellas son las especialistas. Los hombres no tenemos la capacidad para discernir detalles como el tono café del comedor que no combina con la luz tenue de las lámparas.

La división de roles se define en una tienda de muebles: es ella la del buen gusto, y el señor de la casa el que pone el presupuesto.

Para elegir la cama o el comedor que están en tendencia, lo recomendable es hacerlo en pareja. Sin embargo, las nuevas costumbres permiten, en muchos casos, hacerlo de forma independiente.

En la actualidad no es raro encontrar casos donde la señora elige, opina y compra. Mientras que el señor se limita a mover la cabeza para decir sí o no.

Las diferencias de género también se reflejan en las baratas de enseres. Para ellas, el precio es lo que menos importa. Para ellos, el premio es lo único importante.

Las mujeres no piensan en la utilidad de un baúl que fue adquirido para no guardar nada en su interior. Los hombres siempre piensan en lo práctico de las cosas. Si es un baúl de madera fina, traída de Tailandia, por ejemplo, ¿servirá para subirse en él cuando tenga que bajar una herramienta en la cochera?

Para ellas, la frase es “dime cómo y dónde compras y te diré si eres mi amiga”. Para ellos, en cambio, una feria de enseres o una venta de garaje es lo mismo.

En el proceso de adquirir productos también se puede ver la salud de una relación. Por ejemplo, cuando la dama se mete en este proceso y el marido se concentra más en los mensajes de su teléfono, algo anda mal. La terapia de comprar enseres nunca falla.

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