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El Centro Educativo y Cultural Manuel Gómez Morín se convirtió en la sede del Yogui fest 2018, un magno evento que reunió a queretanos y visitantes de estados aledaños, con la intención de hacerlos partícipes de talleres, clases y conferencias enfocadas a la disciplina del yoga.
Durante dos días los asistentes disfrutaron de pláticas sobre un estilo de vida saludable, ejercicios hipopresivos, medicina tradicional y autodefensa psíquica.
También destacaron los momentos de meditación con expertos en el área, que en su mayoría fueron maestros locales.
Uno de los invitados fue Jorge Salazar, mejor conocido por su nombre espiritual Iorch Quetzal, quien a lo largo de una hora, llevó a jóvenes y adultos a una relajación total, además de la liberación de sus cuerpos, acompañados del sonido de instrumentos ancestrales como cuencos, tambores, sonajas, flautas y algunos cantos.
“En lo espiritual estoy desde los 15 años, pero de manera profesional desde el 2009. Soy de Monterrey, pero vivo en Puerto Vallarta y llegué aquí como invitado de una de mis colegas. La gente está animada por conocer nuevas herramientas o diferentes alternativas para su bienestar”, expresó Quetzal, quien constantemente imparte cursos de sanación, reiki, conciertos, así como práctica de cristales.
Yoga como rehabilitación
Otro de los profesionales en el tema espiritual fue Fredy Alan Díaz, quien es originario de la costa de Oaxaca y actualmente funge como instructor certificado y líder del programa “Cautiva Yoga”.
“Mi misión aquí en Querétaro y en otros lugares que visito es sensibilizar a los yoguis sobre un proyecto de vida. Llevarlo es muy padre porque yo no visito las iglesias, sino que mi espiritualidad es ir a donde la gente lo necesita; las cárceles son puestas afuera de la ciudad, los alejan, los excluyen y ahí hago acto de presencia”, explicó Díaz.
Asimismo el proyecto de Alan Díaz ha ido creciendo, pues además de visitar las prisiones, también acude a albergues, barrios, comunidades y escuelas, como método de prevención social.
A diferencia de muchos yoguis, Fredy se fue formando a través de un proceso autodidacta y con el paso del tiempo tomó talleres y certificaciones, entre otras actividades, con expertos mexicanos.
“Tenemos mucho malinchismo, la gente espera que venga un extranjero y certifique, sin embargo en México hay personas que lo pueden hacer, por eso quiero formarme más, para capacitar a la gente de nuestro país”, expresó Alan, quien se acercó a esta disciplina hace 12 años, cuando encontró la libertad a pesar de haber estado preso.