El día de hoy la compañía Petate Escénico invita a niñas y niños a disfrutar de El último parque en el mundo, puesta en escena que se presentará a las 12:00 horas, en el auditorio del Museo Regional de Querétaro.
A través de la manipulación de títeres, los actores María Rosher, Adrián Palomo y Lucía Rosher dan vida a tres pequeños que viven en un tiempo apocalíptico, donde la naturaleza sólo existe en los mitos urbanos que cuenta la gente, en particular el abuelo Tiramisú, quien es vigía del último parque de la civilización.
En este pequeño oasis, ubicado al centro del desierto de metal, sólo queda un árbol que es preservado con religiosidad por el anciano, con la esperanza de que algún día se vuelvan a posar sobre sus ramas centenares de pájaros cantores.
Durante la obra, los personajes principales —Carla, Silvana y Raúl— narran cómo el medio ambiente fue cambiando a través de los procesos de urbanización impulsados por el gobierno, que sustentado en la ideología del desarrollo y el progreso, empleó todas sus instituciones para hacerlo posible, como la escuela de obreros de Puerto Progreso, donde ellos estudian.
Motivados por su espíritu científico, el grupo de amigos decide investigar lo ocurrido y verificar al extraño objeto verde que se yergue como un gigante sobre la ciudad de las máquinas.
A hurtadillas inician su exploración, recolectando en el camino algunas muestras de las raíces del árbol y de un objeto volador no identificado que los tomó por sorpresa durante sus indagaciones. En el laboratorio descubren que las historias del viejo no son tan descabelladas después de todo, por lo que deciden implicarse en la defensa y rescate de este sitio que se encuentra en la mira de los empresarios rapaces.
“Nosotros sabemos que el mundo se transforma y es inevitable, pero siempre está en nuestras manos poder hacer cosas para que este planeta, con la civilización que tiene, esté de la mejor manera posible”, señala Lucía Rosher, quien hace cuatro años creó la compañía junto con el productor Antonio Trujillo, como una estrategia para la educación ambiental.
Con el objetivo de reforzar el mensaje, los artistas utilizan en el diseño escenográfico diferentes materiales reciclables y hasta su propia indumentaria —como zapatos y calcetines— para dar vida a las simpáticas marionetas.
Al final, se abre un espacio de diálogo con los pequeños, durante el que se comparten reflexiones y se generan compromisos con la naturaleza. También es donado un par de mezquites y pinos a través de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, con la idea de incentivar la reforestación en la ciudad.
“Creemos que los niños no solo son los que van a disfrutar de este mundo, si es que logramos que esté de una mejor manera, sino que además, son ellos los que acarrean a los papás a tomar decisiones sustentables, eso es increíble. Creo que es un público muy noble en ese sentido”, afirma Lucía al explicar una de las razones que los motivó, como agrupación, a dedicarse al teatro para niñas y niños.
La compañía nació en 2014 como parte de Ayotzintli, una asociación que se dedica a la conservación de las tortugas marinas. Su primera obra fue Zapatilla la tortuga marina, a través de la que buscan concientizar acerca del peligro en el que se encuentra esta especie y la necesidad de implementar medidas ecológicas para su preservación.
El montaje ha sido presentado principalmente en las costas de Veracruz, Oaxaca y Nayarit, donde la asociación cuenta con proyectos comunitarios.
“La primera puesta en escena fue Zapatilla la tortuga marina y vimos que era una herramienta bien fuerte para llegar a la gente con estos temas, a partir de ello fue que decidimos no sólo dedicarnos al área de la educación ambiental, sino trabajar otros temas sociales”, explica Lucía.
Por este motivo, este año estrenaron Negrito, del dramaturgo brasileño Cidval Batista, en el que abordan la problemática del racismo y sus implicaciones sociales. En septiembre será llevada a escena por segunda ocasión, todos los sábados, a las 17:00 horas, en el Centro Cultural Casa del Faldón.