Más Información
espectaculos@eluniversal.com.mx
BUENOS AIRES.— El lamento no es sólo boliviano. Es latinoamericano. Gustavo Adrián Cerati, había nacido en un barrio del sur porteño pero musicalmente gozaba de nacionalidad múltiple. Era el rockero latinoamericano por excelencia.
El accidente cerebrovascular que lo dejó en coma hace más de cuatro años, sólo vino a ratificar lo que el músico y líder de Soda Stereo despertaba a lo largo del continente. Había nacido el 11 de agosto de 1959 en el barrio de Barracas. Era el primer hijo del matrimonio formado por Juan José Cerati y Lilian Clark.
La música y él se conocieron prematuramente. Fue durante la escuela primaria cuando formó su primer grupo con instrumentos de madera. Y desde entonces, ni su pasión por el dibujo o por el atletismo lo desviaron de ella. Mientras cursaba el bachiller en el Instituto San Roque del barrio de Chacarita, comenzó a dirigir el coro de la escuela y sus maestros ya estaban convencidos de que ni sus promesas de ser periodista o publicista pasarían al plano de la realidad. Su destino era la música y su preferencia por esos años de dictadura se dividían entre The Cure, Luis Alberto Spinetta y The Police y por momentos Deep Purple.
Todavía le faltaba tiempo para llegar a los años decisivos en su vida que fueron los de la universidad. Había formado dos bandas en simultáneo: Savage y Vozarrón. Cursaba el tercer año de publicidad en la Universidad de El Salvador cuando el rector de la misma no era otro que un sacerdote, llamado Jorge Bergoglio. Fue en esas aulas donde todo comenzaría a cambiar cuando conoció a Zeta Bosio y a Sandra Baylac, con quien en 1982 se fue de vacaciones a Punta del Este, Uruguay, y allí debutaron musicalmente. Aquella propuesta se enmarcaba en el punk rock y se parecía demasiado a The Police como para poder prosperar.
Lo siguieron intentando, sumando a otros tres músicos y formar Stress, donde ocasionalmente también participó Andrés Calamaro antes de debutar con Los Abuelos de la Nada.
Pero fue con su inseparable amigo Zeta, cuando conocieron a Charly Alberti, que forman Los Estereotipos, la antesala de Soda. Comenzaron en discotecas con relativo éxito hasta que llegó el debut discográfico, en 1984.
Lo mismo ocurría con Virus, con Sumo y con otras bandas que le dieron vida a la nueva página del rock argentino postdictadura. De aquel primer disco hasta Sueño Stereo en 1995, el trío no dejó de batir récords.
Desde el 87 mantenía relación con la modelo chilena Belén Edwars, con quien rompió en 1989 y tres años después conoció a Cecilia Amenábar, quien sería su esposa y madre de Benito y Lisa.
El éxito comenzó a traer problemas dentro del grupo que los tres pudieron sobrellevar durante los primeros años. No obstante, en 1992 Gustavo comienza su carrera solista aprovechando un break de Soda. Tres años después, llegaría el último álbum de estudio, Sueño Stereo, y un largo proceso de separación que se aceleró tras la muerte en un accidente del pequeño hijo de Zeta. En 1997 ya integraba Plan V cuando el trío se despidió en un megaconcierto en el estadio de River Plate, el 20 de septiembre. Pero fue allí, donde se había despedido, donde el trío regresó una noche, 10 años después. “Me verás volver” marcó la historia del rock en español.
Después llegó Fuerza Natural en 2009, uno de sus mejores trabajos solistas y el que mostraba que lo mejor de Cerati estaba por llegar aún. Pero el estrés, agotamiento y algunas adicciones fue lo que provocó el accidente cerebrovascular en Caracas en mayo de 2010. Ayer, el cantante falleció de un paro respiratorio.
Gustavo Cerati, quien tantas buenas letras y canciones le había dado al mundo, ya no dio más. Su consciente se había apagado hace cuatro años, su corazón le aguantó hasta ayer. Su música, la que le daba y le quitó la vida, sigue allí, intacta, acariciando las almas doloridas de latinoamericanos que ayer lo lloraron para despedirlo.