Apenas cae la tarde y al exterior de una antigua casona colonial, decenas de jóvenes se arremolinan ávidos por adentrarse en Diktatur, un sitio que busca transgredir los límites del placer y la satisfacción, a través de un concepto revolucionario que ha sido inspirado en las letras y las ideas de grandes pensadores.
En la antesala del bar, un mosaico conformado por 84 retratos en los que aparece Nietzsche, Borges, Gabriel García Márquez, Elena Poniatowska, Oscar Wilde, Simone de Beauvoir, Charles Bukowski y hasta Einstein, recibe a los clientes.
Frente al homenaje fotográfico yacen libros abiertos de varios temas y épocas, que invitan a los clientes a detenerse algunos minutos mientras el personal del sitio verifica la disponibilidad de mesas.
Al ingresar, una decoración atípica, cercana a lo surrealista, se despliega ante los ojos; cientos de libros cuelgan del techo, como si de aves se trataran, junto a focos industriales que iluminan suavemente los rostros de quienes ya instalados en sus mesas, dan lugar a charlas intrincadas o disfrutan de la compañía, los snacks y el trago.
“Señores de la ciudad: los del cerebro cansado, que aún corre tras la verdad; los del ingenio aguzado que inventa la novedad”, se lee en una hoja suelta sobre la barra del bar de la terraza, cuya superficie ha sido tapizada con poemas y extractos de novelas.
En sus paredes rojizas cuelgan prints de cuadros como “Los Amantes” de René Magritte y “La creación de las aves”, de Remedios Varo. También hay repisas con libros al alcance de todos y esculturas construidas con viejas piezas de máquinas de escribir y motores.
El concepto de Diktatur fue gestado hace tres años y medio por tres socios, quienes con el objetivo de innovar en el ramo, crearon la “Declaración Universal de Derechos al Consumo Igualitario”, a través del que han establecido que toda bebida o platillo ofertado cueste 32 pesos.
“En aras de la liberación de la tiranía y la opresión de los precios, los comensales tienen la libertad de comer y beber sin preocuparse por cuánto pagarán”, parafrasea Sebastián Hernández, gerente de Diktatur, sobre el manifiesto que da rumbo a la visión comercial del sitio.
Diktatur es una palabra alemana que en español significa “dictadura”, y en el bar, este régimen se encuentra con la experiencia culinaria y sus más de 60 bebidas clásicas, tradicionales y de autor.
Curados de guayaba, jamaica, pay de limón, arroz con leche y mango-chamoy, son solicitados por los clientes bajo el mote de “Pulques literarios”, fermentados que junto con el pisco, un destilado típico de Perú y Chile, son utilizados en otras bebidas para darle un toque especial y poco usual al paladar, como el María Bonita, un cóctel que fusiona pulque, tequila, mezcal, cerveza y refresco.
En la carta destacan varios tragos que han sido catalogados bajo el nombre de autores como Virginia Woolf, escritora inglesa que inspiró en Diktatur la fusión etílica de ginebra, extracto de pétalos de rosa y miel de agave, o el Franz Kafka, servido con whisky, jugo de arándano y cerezo, “ideal para ponerse medio kafkiano”, bromea Hernández. También algunos libros como Los de Abajo, de Mariano Azuela, han sido citados por el antojo a través de la mezcla de whisky, ginger ale y licores de manzana, limón y melón.
Por si fuera poco, además de varias etiquetas de ginebra, bourbon, ron, vodka, tequila, whisky y brandy, cuentan con mezcal sabor chocolate, lima, nuez, piña-coco y mango habanero, así como con los clásicos espadín y pechuga, que son acompañados siempre con su sal de gusano.
Para el buen diente hay calzone y pizzas como la Monsiváis, preparada a base de chorizo y pico de gallo; perros calientes al estilo Maquiavelo, con salsa italiana, y hamburguesas como la Núremberg Oeste, elaborada con carne, aros de cebolla, salchicha y queso amarillo; la Minneapolis, en la que resalta una mezcla de tres quesos con aderezo BBQ, y La Misteriosa central, cuyo ingrediente esencial es un huevo estrellado.
Los lunes y jueves el mezcal está al 2x1.
Los miércoles son días de shots.
Los martes y domingos la cerveza está al 2x1.
En Diktatur, las bebidas y los platillos aluden a nombres de libros o grandes autores.
Además de bar, por las mañanas sirven desayunos.
arq