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“Guillermina Bravo me enseñó a volar”

Bárbara Alvarado, maestra entrenadora, coreógrafa, bailarina y directora de Aletheia Cuerpo Escénico de México, inició sus estudios en la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporáne

Foto: Rocío G Benítez
06/11/2014 |01:50Rocío G. Benítez |
Rocío G. Benítez
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Tenía 13 años de edad, cuando Bárbara Alvarado vio por primera vez al Ballet Nacional de México, en el Palacio Nacional de Bellas Artes. Su papá la llevo, y en el intermedio le preguntó: ¿de qué país vienen? Es el Ballet Nacional de México, contestó. ¿De México?, cuestionó impactada. Sí, ellos están aquí. ¡Yo quiero bailar ahí!, dijo Bárbara, y años más tarde su deseo se hizo realidad.

Bárbara Alvarado, maestra entrenadora, coreógrafa, bailarina y directora de Aletheia Cuerpo Escénico de México, inició sus estudios en la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea.

Con el cambió del Ballet a Querétaro, en donde se creó el Centro Nacional de Danza Contemporánea y Colegio Nacional de Danza Contemporánea, ambas instituciones impulsadas por la llamada ‘bruja y madre’ de la danza contemporánea en México, Bárbara y su familia decidieron venirse a radicar a esta ciudad.

Después de un año de estar en el Colegio y tras un cambio en el sistema de estudios, Guillermina Bravo, el mito hecho mujer, mandó llamarla para ofrecerle entrar a la carrera de Maestros en Técnica Graham

“Evidentemente me conquistó, porque ella se tomó la molestia de explicarme eso, cuando me lo pudo haber dicho Orlando Scheker, que era el director del Colegio, pero así era Guillermina de sorprendente”.

¿Ella siempre estaba al pendiente de sus alumnos?

¡Ah, claro! Era peor que la INTERPOL, que el FBI (risas). Tenía más redes y contactos que nadie, todo le informaban a ella.

¿Antes de su primer acercamiento, cómo veías a la maestra?

Yo decía, aquí está el mito, yo quiero estar cerca de ella, y eso implicaba un desarrollo profesional, un reto de vida entera. ¿Cómo iba yo a lograr esa cercanía de Guillermina? Siendo una gran bailarina, una persona dedicada a la danza, comprometida con toda la pasión.

DE ALUMNA A MAESTRA

A seis meses de estar estudiando la carrera de Maestros en Técnica Graham, se ausentó una profesora y Antonia Quiroz, bailarina y maestra también del Colegio, le pidió preparara una clase para los de primer año, en donde estaban jóvenes como Rayito Zamudio y Atalo Robles, hoy dos destacados impulsores del arte en Querétaro.

Con apenas 21 años de edad, Bárbara representó a los maestros del Colegio en un Festival Internacional de Danza, y al ver el trabajo de bailarines nacionales y extranjeros, se dio cuenta que el ser maestra le quitaba tiempo como bailarina.

Al regresar a Querétaro, se armó de valor, se sentó frente a Guillermina Bravo y le dijo: vengo a renunciar. ¿Cómo? Cimbró la tierra con su grito. ¿Pero qué te pasa? Bárbara le contestó: Yo quiero bailar. No puedes hacerme esto, le dijo la maestra. Pues sí, sí se lo hago. Con la mirada se entendieron y al final Guillermina aceptó la renuncia de Bárbara como maestra.

EL SUEÑO DEL BALLET

A la salida de Eva Pardavé del Ballet Nacional, se requería una bailarina. La maestra Bravo acudió a una función del Colegio, para eligir a esa bailarina. “Yo salí al foro temblando, pero no podía dejar pasar esa oportunidad, era mi sueño desde niña”, recuerda Bárbara.

Días después le avisaron que se tenía que aprender las coreografías, había sido elegida. En septiembre de 1999 dio su primera función con el Ballet, en el auditorio Josefa Ortiz de Domínguez, bailando tres piezas, una de ellas Constelaciones y danzantes de Guillermina Bravo.

“Era una emoción, como cuando te avientan a un vacío y dices: ya no hay para atrás, sucediendo eso ya no se daría un hacia atrás, y sí, sabía que iba a ser muy difícil, porque eran unos tremendos los bailarines del Ballet Nacional, eran unos lobos, con un colmillazo, fuertes, enérgicos, tremendos”.

Antes de la desintegración del Ballet, la maestra Guillermina le pidió una coreografía que llevara por nombre Viva la danza, con requerimientos exactos de principio a fin, Bárbara le dijo que sí, pero no siguió las indicaciones.

Empezó a investigar con música flamenca para crear Sol y sombra, una analogía entre el toro y el torero, la relación pasional y amorosa, en la que los toreros eran las mujeres y los hombres los toros. La obra le gustó a la maestra, se estrenó en un Día Internacional de la Danza, en la Ciudad de México, y se incluyó dentro del programa de Ballet Nacional de México.

NUEVA COMPAÑÍA

Al cierre del Ballet, la maestra Bravo impulsó una nueva compañía, la cual Bárbara bautizó como Aletheia y se convirtió en la directora. El desarrollo de su agrupación lo compara con el de un ser vivo, un ser que creció, con buenas críticas, con algunos dramas en el camino, pero finalmente el niño creció y hoy es un adolescente, un ser independiente que se ha representado a nivel nacional e internacional.

¿Hay algo que te hubiera gustaba decirle a la maestra y que no le dijiste?

No, ella y yo nos comunicábamos a través de la mirada, a través de las cosas que no decíamos.

¿Qué significa para ti la figura de Guillermina Bravo?

Mi guía, mi reto, ella me enfrentó a mis mayores miedos y temores. Creo que un maestro es el que te avienta, un maestro es el que te hace volar sin preguntarte, así me enseñaba a nadar mi abuelo, por eso Guillermina era como mi abuela. Yo aprendí a nadar en el mar porque mi abuelo me aventaba al agua, yo sentía que me ahogaba, y él me decía: no pasa nada, ven, ven; nadaba hasta llegar hacia él, me cargaba en brazos. 1, 2, 3 y me lanzaba otra vez. Creo que Guillermina así me enseñó a nadar en la vida y me enseñó a volar con mis propias alas.

UNA POSTAL PARA LA BAILARINA

Estando en Nueva York, en una residencia artística en el 2013, Bárbara recordó que al regresar siempre de un viaje, por México o el extranjero, la maestra Guillermina le decía: tú, ¿qué te crees? Ni una postal ni un telefonema, tú crees que yo estoy aquí pintada, no sé ni dónde estás.

Así que compró una postal y desde Nueva York se la envío. Al regresar a México, primero se traslado a Oaxaca, y al día siguiente de haber llegado a Querétaro, la maestra Guillermina Bravo falleció, el 6 de noviembre del 2013, pareciera que estaba esperando a que regresa su Bárbara, su flaquita, como le decía de cariño.

EN MEMORIA

El próximo 6 de noviembre se cumple un año de la muerte de Guillermina Bravo.

La Orquesta Filarmónica del Estado de Querétaro (OFEQ) ofrecerá un concierto en el Teatro Metropolitano, Además el Centro Nacional de Danza Contemporánea (CENADAC) y Colegio Nacional de Danza Contemporánea (CONADACO), institución creada en Querétaro por impulso de Guillermina Bravo, preparan varias actividades en reflexión a su obra, del 10 al 29 de noviembre. Y para el 15 de diciembre en Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, tendrán una función especial de danza.