Shaimá Yehia es una violinista egipcia de 29 años que ha recorrido medio mundo con la orquesta femenina Al Nur wa al Amal (La luz y la esperanza). ¿Qué tiene de extraordinario? Tanto ella como sus compañeras, son invidentes.
Historias de superación personal que cobran especial relevancia en un país como Egipto con escasas ayudas a este colectivo, a cuya integración un proyecto de cooperación español aporta ahora su granito de arena.
"Es nuestra obligación enseñar a la población a entender a los discapacitados visuales", aseguró Yehia, que gracias a la orquesta se siente más independiente y abierta a otras culturas.
Con la música ha tomado además conciencia de su situación y cumplido sus objetivos. Cuando el arco acaricia las cuerdas del violín, Yehia dice entrar en "un mundo muy imaginativo".
Esta joven parece no conocer barreras. Licenciada en inglés y francés en la Universidad de Ain Shams de El Cairo, lleva dos décadas tocando el violín y transmitiendo sus conocimientos a otras jóvenes invidentes como ella.
Primero aprenden a leer las partituras en el sistema braille, se especializan en el instrumento más acorde con sus capacidades y finalmente ensayan dos veces por semana con la orquesta, que cuenta con unos cuarenta miembros de diversas edades.
Esta especie de conservatorio es uno de los programas de la asociación Al Nur wa al Amal, nacida en 1954 para ofrecer educación gratuita y oportunidades laborales a mujeres y jóvenes invidentes.
Unas oportunidades para favorecer su independencia que son inasequibles para muchos discapacitados, y en especial para las mujeres procedentes de familias sin recursos, como es el caso de estas intérpretes.
Sin embargo, la vicepresidenta de esta ONG, Amal Fikri, se muestra optimista y destaca el progreso en la integración de los invidentes en las últimas décadas en Egipto.
Fikri explicó que cuando la asociación dio sus primeros pasos la mayoría de las familias ocultaban a sus hijos invidentes en el hogar, mientras que ahora son los propios padres quienes se ponen en contacto con ellos.
Los músicos españoles Álvaro Marías (flautista) y Blanca Calvo (pianista), que ofrecieron un concierto la semana pasada con esta orquesta en El Cairo, quedaron admirados por su profesionalidad.
"Tienen una retentiva, un oído y una sensibilidad musical muy desarrollada", dijo Marías, que interpretó junto a Al Nur wa al Amal una pieza barroca del alemán Georg Philipp Telemann (1681-1767).
Ataviadas con un conservador vestido negro decorado con un collar de estilo faraónico y cubierto el cabello con un velo blanco, las invidentes seguían el ritmo sólo guiadas por un chasquido de dedos del director. Ellas sin partituras y él sin batuta.
Este concierto se enmarcó en unas jornadas para la integración de discapacitados visuales organizadas por la Embajada de España y el Instituto Cervantes de El Cairo.
El germen de este proyecto conjunto fue la idea de organizar un curso gratuito en el Cervantes para ocho discapacitados visuales del departamento de español de la Universidad de Ain Shams.
Ese curso piloto, apoyado por la Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE) , se ha centrado en captar sus necesidades y facilitar el aprendizaje multisensorial.
Bilal Fuad es uno de esos alumnos que ahora cuenta con un beca para estudiar español. En su opinión, esta iniciativa es "sumamente necesaria" porque en la universidad no les prestan la atención requerida.
"No entienden nuestras necesidades, falta interacción con los profesores y no hay material adaptado para los invidentes", lamentó.
Mientras Fuad estudió en un colegio especial para discapacitados visuales y vive en la residencia universitaria, Yehia cursó su educación primaria y secundaria en Al Nur wa al Amal y duerme en las instalaciones de la asociación entre semana.
Ambos coinciden en que con la ayuda adecuada, como la prestada por la ONG o por este nuevo proyecto de cooperación español, pueden mostrar su talento y competir con los videntes.
Por ello confían en que con el tiempo levantarán el velo de la ceguera a sus compatriotas, algunos de los cuales ya ven su fuerza de voluntad como un rayo de esperanza en un Egipto hundido en una grave crisis económica y política.