Barry Wolfryd presenta en el Museo de Arte de Querétaro (MAQRO) su exposición “Un ensayo de humor, cinismo, crítica y símbolos”, la segunda de las 24 exhibiciones que tiene programadas este recinto para el 2014.

En total son 48 obras que combinan símbolos, íconos reconocidos a nivel internacional, personajes mexicanos e imágenes de la vida cotidiana. Barry Wolfryd describe su obra “como un comentario social, es cínica la obra, es humor negro, porque muchas veces es mejor reír de las cosas que realmente están molestándonos en la vida y verlo de una actitud mucho más divertida”.

El artista, originario de Los Ángeles, California, llegó a México en 1975, atraído por la tradición y costumbres que aprendió de los mexicanos radicados en el lugar en donde creció.

“Yo tuve una conexión con México de siempre, soy del sur de California, y nací en el barrio mexicano. Siempre viví en este ambiente, con el idioma, con la comida. Entonces, terminando unos estudios cerca de Nueva York, en 1975, dije: deja aventurarme a México, siempre quise conocer más que Tijuana, que es únicamente lo que yo conocía; armé todas mis cosas en mi combi, como buen hippie, y manejando desde Nueva York, comenzó la aventura”, recuerda Wolfryd.

Trayectoria

En México inició su formación como pintor. Estudió en Puebla, San Miguel de Allende, San Luis Potosí, y en 1985 llegó a la Ciudad de México. En la colonia Roma fundó su taller New Jersey Aztec y el espacio experimental Out Gallery, junto con los proyectos “Salon dés Aztecas”, “La Zona” y “La Quiñonera”.

“México me prometió ser pintor”, afirma Barry a EL UNIVERAL Querétaro; pues las condiciones culturales y económicas le permitieron crear su propia historia en este país.

“Encontré público muy rápido para mi obra, en México hay mucho respeto por la gente en las artes, no tienes que ser superestrella. En Estados Unidos buscan calidad de estrella y se olvidan de la gente que cotidianamente está luchando; en México hay mucha tradición de arte, los artistas son parte de lo cotidiano, son respetados y no tienen que ser una persona en un pedestal”, refiere.

La muestra, que estará exhibida hasta el 6 de abril, fue inaugurada con la presencia de la directora del MAQRO, Marcela Herbert; Aldo Flores, museógrafo y curador, y el pintor Barry Wolfryd.

La trascendencia de lo efímero

El productor y periodista, José Manuel Springer, expresa que Barry Wolfryd es el modelo del artista nómada migrante, que lleva consigo un sinfín de historias y formas de ver a las que añade, con cada exhibición, un nuevo giro expresivo.

“La exposición no es la excepción. En ella, el visitante encontrará los símbolos y retruécanos expresados mediante una pintura que cumple con su factura clara y moderna, describiendo los momentos en que dos culturas se sobreponen pero sin entenderse cabalmente”.

“Diríase, entonces, que la obra de Barry es una interpretación lingüística, llevada a la tela para crear disociaciones del sentido. Dos imágenes juntas dicen más que la suma de sus componentes, pero en el caso de Barry Wolfryd dos imágenes son los extremos de un complejo de situaciones a las que se suman signos y símbolos procedentes del cine, la publicidad visual, arquetipos que constituyen el capital simbólico de varias culturas”.

“La suya es una pintura de reciclaje que ocasiona malos entendidos o suposiciones erróneas. Pero, ¿no es así la traducción?, un conjunto de signos malinterpretados que producen otros significados que no coinciden ni concuerdan con el original”.

“En estas obras encontramos una crítica al origen, pues nada de lo que está plasmado en este mundo predominantemente visual en el que vivimos es original. Las identidades que se forman a partir de la imagen son tan sólo pasajeras. Quizá, lo único que podría decirse con certeza sobre las pinturas de este artista y el mundo, es que todo es una ficción, una verdad a medias, una mentira dulcificada por el humor y la coincidencia de varios mundos que efímeramente coinciden en una pintura”, datalla Springer en el blog del MAQRO.

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