En Querétaro existe un restaurante que rinde tributo al importante exponente del muralismo Diego Rivera, comenzando con el nombre del lugar, que es “María Rivera”, hasta la incorporación de algunos distintivos en la decoración como la pared azul del baño, que connota a la famosa “Casa Azul”, donde el pintor vivió con Frida Kahlo.
Al entrar a “María Rivera”, el recinto despierta el sentido de la vista con un sinfín de colores que rinden tributo a la cultura mexicana: manteles oaxaqueños, paredes tapizadas con ventanas que hacen referencia a los pueblos mágicos, pisos inspirados en las antiguas haciendas y una colección de máscaras de diversos grupos indígenas.
En el menú se ofrecen 60 creaciones gastronómicas, originarias de regiones recónditas del país, ya que las recetas corren a cargo del chef Uriel, quien es un experto en cocina de investigación, es decir, que tiene un gusto especial por adentrarse en la historia de cada platillo. “Nos gusta hacer que el cliente esté a la expectativa, y cada que venga tenga la certeza de que hay algo nuevo. Trabajamos por regiones, estudiamos la receta y le damos el toque especial de María Rivera”, detalló Uriel.
Este concepto surgió hace dos años, cuando Eugenio Martel, dedicado a la administración, inició un pequeño negocio con un food truck en San Juan del Río, durante ese tiempo se dio cuenta que la cocina le gustaba más de lo que imaginaba, por lo que quiso llevar su pasión a algo más grande.
Platicó con sus amigos Rodrigo González, Jorge Ávalos y Ricardo Jiménez para proponerles fundar un restaurante en Querétaro, todos aceptaron e inmediatamente invitaron a los hermanos Ficachi, Bruno y Rafael, quienes cuentan con experiencia en el ramo.
Además, como parte de su inspiración y pasión por el arte, no sólo rinden tributo a Rivera, sino que también ofrecen el restaurante como sede para que los artistas locales compartan sus creaciones.
“Hacemos honor al arte, apoyamos a pintores jóvenes y artistas para que vengan y expongan su trabajo. Uno de ellos es Rodrigo Oñate, un queretano que bautizó su estilo como neofolklor, y que realizó nuestro mural principal en la entrada”, comentó Bruno Ficachi.
Imperdibles
Tuétanos canoa: Son cocinados en su hueso, se peinan con salsa martajada y queso fresco para poder taquearlo con tortillas hechas a mano y frijoles de la olla.
Al final, el hueso sirve como recipiente para degustar de un shot de mezcal, whisky o licor al gusto.Pambazo: Relleno de carnitas sazonadas con salsa martajada y frijoles colados, se baña con chile guajillo y es acompañado de guacamole más una ensalada de repollo.
Pozole blanco: De maíz cacahuazintle, con flor de calabaza y carne de cerdo deshebrada, se suele pintar con tres diferente salsas.
Tostones de camarón: a base de masa de plátano macho, acompañados con ceviche tibio.
Trilogía de ceviches, todos acompañados con pulpo y camarón como proteína:
Verde: Con aderezo de aguacate y jalapeño tatemado.
Negro: Con salsa tamulada y un toque de limón a base de calcinados, tal cual lo hacían los mayas.
Blanco: tradicional de Los Cabos, un poco de grano de elote, cítricos de limón y naranja, más camarón y pulpo.
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