Valentina llora durante el concierto de piano de Diego Balderas Chacón, en el Museo Regional de Querétaro. Ella abraza fuerte a su bebé de fantasía, un muñeco de plástico, mientras se toca el Preludio y Fuga número 21 en si bemol, de Johann Sebastian Bach.
Valentina es una de las 30 niñas con capacidades diferentes de la casa hogar Maximiliano Kolbe, que dirige el doctor Faustino Llamas. Ese día asistieron al recital de piano que cada año ofrece el estudiante de música de Xalapa.
A las niñas de Kolbe, cada que pueden, les recetan un concierto de música clásica, además de sus medicamentos de todos los días. Sus enfermeras aseguran que eso las calma y las relaja. Explicaron las mujeres que ayudan mucho las presentaciones de piano y violín.
Alejandra, sentada en su silla de ruedas, hizo añicos el programa de mano de la presentación, donde se explican las distintas piezas que se escucharían ese día.
A ella le gusta romper papel o cartón y se puede pasar horas haciendo eso, explicaron.
Al final, Angie aplaude con ganas y eso quiere decir que le gustó la presentación, aunque no haya entendido qué se toca y cómo se toca. Escuchó la Sonata para piano número 4 en do menor opus 29 del ruso Serguéi Prokofiev.
En la sala también está Angie y muchas más, todas ellas, atentas a la música, a cada movimiento del ejecutante.
La música es buena para la salud de las personas, coincide el músico Diego Balderas. “A veces es un poco cansado para ese tipo de niños, programas demasiados largos y, además, el tiempo para ellos pasa de manera diferente, pero sí les ayuda”, explicó el ejecutante.
Al finalizar este concierto, las niñas del Kolbe escucharon el tema “Piano man” de Billy Joel, y se fueron contentas. Valentina, cargaba a su bebé de fantasía, pero ya no lloraba, se fue feliz.