Recuerde que el refrigerio no sustituye al desayuno. Cada comida es importante. Aun cuando lleve una lonchera a la escuela, el niño debe desayunar en casa antes de salir.
Combine alimentos de estos tres grupos: Frutas y verduras, cereales y alimentos de origen animal.
Sirva raciones pequeñas de cada alimento. Es preferible servir un poquito de dos o tres cosas diferentes, que una ración abundante de una sola. De variedad al menú. Evite servir lo mismo o casi lo mismo todos los días. Incluya siempre alguna fruta o verdura fresca.
Evite los alimentos muy ricos en grasa y azúcar que elevan el aporte energético de los refrigerios y pueden conducir al sobrepeso.
Limite la cantidad de alimentos industrializados que manda al niño. Estos suelen ser ricos en sodio, azúcar y/o grasas. Prefiera preparaciones sencillas de alimentos frescos. La salud de su hijo le agradecerá esos minutos extra que tome de su tiempo para prepararle un refrigerio más saludable.
Aproveche la convivencia con otros niños y adultos para ofrecer alimentos que el niño normalmente no acepta en casa. Los niños pueden aprender a comer cosas nuevas imitando a sus compañeros.
Incluya colores y texturas variadas en cada refrigerio. Sirva los alimentos en recipientes llamativos para el niño, seguros, irrompibles y fáciles de manejar. Guarde los recipientes en una lonchera limpia y agradable para el niño. Mande todos los días agua natural o de fruta. Evite bebidas muy azucaradas.
Mande una pequeña sorpresa para el niño en su lonchera algún día de la semana. Puede ser una estampita, sticker o un dulce pequeño.
Pida al niño y a sus maestras que guarde de nuevo en la lonchera lo que no haya comido. De esta forma usted podrá saber mejor los tamaños de porción más adecuados, según el apetito de su pequeño.
Por último, recuerde verificar periódicamente la ganancia de peso y estatura de su pequeño. El sobrepeso y la obesidad infantil son problemas cada vez más comunes y tienen su origen desde edades tempranas.