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El director de la Filarmónica de Querétaro, José Guadalupe Flores, recordó al fallecido director de orquesta, Luis Herrera de la Fuente.
Flores pidió un minuto de silencio, para Herrera de la Fuente, “gran maestro, gran amigo”, declaró el también director de orquesta.
El marco para el homenaje improvisado fue la función de El Cascanueces, que se realizó en el auditorio Josefa Ortíz de Domínguez, por parte del Ballet Clásico Cubaladanza.
“Me acabo de enterar de una triste noticia, triste, por lo menos para mí”, agregó Flores, antes de tomar la batuta de la Filarmónica de Querétaro.
Luis Herrera de la Fuente murió el viernes 5 de diciembre con 98 años, fue director de orquesta, promotor cultural, violinista y pianista.
En algún momento de su vida quiso ser escritor, de hecho, fue amigo de juventud de Juan Rulfo, Juan José Arreola y el poeta Rubén Bonifaz Nuño. También quiso ser arquitecto, antes de ser seducido por la música.
Herrera de la Fuente fue titular de la Orquesta Sinfónica Nacional por 18 años, de la Orquesta Sinfónica de Minería, de Xalapa, de Jalisco y de la Orquesta Juvenil de Veracruz. Fuera del país, encabezó la Orquesta Sinfónica de Perú, de Chile y de Oklahoma.
Fue Premio Nacional de Artes 2005, recibió toda las medallas habidas y por haber y fue Caballero de la Orden de Leopardo por el Reino de Bélgica y doctor honoris causa por la Universidad de Oklahoma, Estados Unidos.
Luis Herrera de la Fuente dijo alguna vez la prensa que la música era para él, “un misterio del que no tengo la menor idea de por qué ocurre, por qué funciona y por qué rayos he estado tantos años metido en esto”.
También contó alguna vez que eso de dirigir una orquesta lo hacía de manera casi natural y, muchas veces, sin saber cómo ni qué hacer. “La verdad es que tomo el palito y lo muevo de aquí para allá y luego ya no sé dónde ando (risas)”, declaró.
El Ballet Cubaladanza, de Dubia Hernández, por su parte, festejó 21 años de actividades con el montaje de El Cascanueces, clásico decembrino, en el Auditorio Josefa Ortiz de Domínguez.
Los acompañó el coro y la estudiantina de Bachilleres de la Universidad Autónoma de Querétaro, quien festejó 15 años.
Dunet Pi Hernández fue la primera bailarina de la pieza que se presentó en el clásico del ballet ruso, basado en una adaptación del escritor francés, Alejandro Dumas, padre.
Gran bailarina Hernández, sino fuera porque le hace falta altura y le sobran un par de kilos. No se hable de la elegancia y gracias que acompañan a una bailarina profesional y que a esta cubana, nacionalizada queretana, le hacen mucha falta.
Del cuerpo completo del ballet, poco bueno se puede decir, más que cumplen con dificultad.
Los de Cubaladanza son formales en su trabajo, pero no tienen dos gramos de gracia y les hace falta mucho para montarse en un escenario del tamaño del Auditorio Josefa y cobrar un boleto por verlos.
Con todo, la versión de El cascanueces, por parte de Cubaladanza tuvo varios miles de asistentes, que entusiasmaron con su trabajo. Quizás porque el queretano promedio gusta de la danza clásica y no es exigente, ni pide más de lo que le pueden dar.
Los bailarines rusos se presentarán el 15 de diciembre, también en el Josefa, y se verá por qué los rusos bailan como bailan El Cascanueces. Se llama pasión y seriedad.