Una cantina es como un templo, y cantinero “es alguien a quien tú eliges para confesarte”, dice Sergio Hernández Saucedo, compilador del libro y calendario Cantinas Tradicionales de Querétaro, que va por su décimo año de impresión.
El libro, subtitulado como “Un manual del buen comer y del buen beber”, incluye la reseña de 48 cantinas recopiladas en una década y elegida arbitrariamente, “de acuerdo a donde nos gusta ir”, indicó el joven autor.
Aparecen en esta compilación “Las de antes”, “Las de allá”, “Las de hoy” y “Las de tradición”
A lo largo de diez años algunas cantinas se repiten, permanecen de edición en edición, ya sea por su antigüedad o peculiaridad.
El libro, y sobre todo el calendario, sirve también como manual de arte y fotografías de grandes artistas, como la incluida en la portada de la nueva edición, una placa de las cantinas “El Rinconcito”, de Liliana Gálvez Heras y Gerardo Proal.
“Trabajar en una cantina puede ser una idea confusa. Desde luego que hay quienes trabajan arduamente donde la mayoría nos divertimos o lloramos, porque las cantinas son el crisol que amalgama el sentido humano”, se puede leer en la introducción del texto.
El proyecto nació como un trabajo de escuela, por un grupo de siete amigos estudiantes de la Licenciatura en Periodismo por la Universidad Autónoma de Querétaro.
Inicialmente iban a ser postales de lugares para beber, pero el consejo del profesor Agustín Osornio fue que se hiciera un calendario, “porque son los templos de la amistad”, se lee en sus páginas.
Para el periodista y compilador, Sergio Hernández Saucedo, no existe una cantina favorita, “todavía no la conozco”, en todo caso existe una que mejor le llena el ojo, la “Montecasino”.
La mejor cantina es “a la que uno va, en donde lo tratan a uno mejor, no puedes ir a una cantina que no te gusta, que no te tratan bien, encontrar al barman que te va a confesar o con quién echar unos tragos”.
El autor habla sobre la presencia de mujeres en la cantina, cada vez más nutrida y entusiasta: “Eso es bueno, la mujer siempre ha llegado para alegrarnos la vida, hay risas, ellas ponen la mejor música, son más divertidas”.
El periodista reconoce que su libro tiene fallas y omisiones involuntarias. “Es un manual imperfecto, aspiramos siempre a tratar de hacer un trabajo bueno, de cuidar mucho lo que plasmamos, lo que escribimos, pero sigue siendo imperfecto, malo, y supura mucha crítica, la cantina es así”, aceptó.
Esto se debe a que muchas de las cantinas en Querétaro cambian de domicilio, incluso de nombre, algunas no tienen licencia, otras no tienen ni licencia ni nombre.
Para este reseñista profesional de cantinas, estos lugares son “magia, gusto, el poder compartir”, declaró.
La presentación del libro “Cantinas Tradicionales de Querétaro” tuvo lugar en el patio de la Delegación Centro Histórico, por el autor, el poeta Luis Montes de Oca y el fotógrafo Gerardo Proal.
Este libro, en pocas palabras, es la biblia queretana de las cantinas y para muchos de sus feligreses, es un texto lleno de gratos y muchas veces nubilosos recuerdos “¡Salud!”, remató el compilador de la obra.