París.— Joaquin Phoenix es un hombre en búsqueda permanente. Tanto, que los directores que trabajan con él deben embridar esa intensidad, como le sucedió a Paul Thomas Anderson en el rodaje de su última película, Inherent Vice: “¿Joaquin, podrías tan solo entrar en la habitación, cerrar la puerta y ya está?”.

La anécdota refleja bien el carácter obsesivo, metódico y perfeccionista de una de las personalidades más singulares de Hollywood, que siempre logra dotar a sus personajes de una turbulenta intimidad.

Su encarnación del detective privado Doc Sportello en la última película de Anderson se aleja algo de esas naturalezas torturadas con las que se le identifica (Gladiator, Walk the Line, The Master...), pero conserva su toque distintivo.

“Siempre estaba buscando, intentando encontrar algo qué hacer. Pero a veces se trata simplemente de salir ante la cámara, meterse en un coche y punto”, dice el actor.

Si algo caracteriza el papel de Doc Sportello es su estado de embriaguez a lo largo de la película, causado por un ingente consumo de mariguana y a Phoenix no le avergüenza reconocer que sí fumó porros en su vida.

“Me gusta que todos los personajes tengan algún defecto. Me atraen las cosas complejas”, explica y compara la pasión que siente al toparse con un buen guión al enamoramiento con una mujer. “Me digo: quiero experimentar esto, vivirlo”.

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