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En los últimos años, la gastronomía se ha popularizado a todos los niveles y con ello han surgido figuras como los foodies que, a diferencia de los profesionales de la industria como los chefs, escritores o periodistas gastronómicos, en su mayoría son amateurs que aman la cocina y todo lo que salga de ella, y se esmeran por compartir sus experiencias en las redes sociales.
En este rubro hay algunos nombres que ya son muy populares entre los amantes del buen comer, como “@ChilangasHambrientas”, “@Mijangos”, “@GastronautaDF”, @ComensalenDF”, “@SoyDonDiablo, y a cuya lista se van agregando otros nombres, como el de “@monicadionne”, que además de compartir sus gustos y sus descubrimientos culinarios, también comparte el arte teatral debido a su faceta como actriz.
Pero qué hay de los expertos culinarios, cuya tarea va más allá de buscar un buen lugar para comer y subir la foto de su platillo al Internet.
La mesa de debate
El restaurante Mar del Zur, fue el punto de reunión entre algunos amantes de la buena cocina, gastrónomos y foodies, quienes coincidieron en algunos conceptos y en otros no tanto.
Mariana Castillo, Rubén Hernández y Claudio Poblete, experimentados gastrónomos, coincidieron en que la cocina siempre será un placer, pero que se debe tener cierto rigor al momento de hacer una recomendación.
Rubén Hernández destaca que “la gastronomía es una ciencia que hay que aplicar con el rigor que implica, porque estamos en un país donde la cocina es un marco de referencia, con la diversidad de productos que tenemos.
“Creo que es sensacional que los foodies sean como esta tendencia que nos va jalando a abrir los ojos a lo que sucede en restaurantes y mercados, pero que creo que debemos tener puntos muy aterrizados de reflexión, porque como cultura estamos padeciendo una banalización y no hablo solamente en términos de cocina”, añadió.
Claudio Poblete, expresó que el reto actual de los gastrónomos, es marcar la diferencia para no ser considerados como del “club del canapé”, aquellos blogueros que tienen más de 3 mil seguidores en las redes sociales y que ahora son invitados para llenar eventos y tener clips al por mayor, porque estos son efímeros, mientras que un buen reportaje aporta.
Para Mariana Castillo, los profesionales a diferencia de los foodies, tienen una responsabilidad con los lectores, por lo que la información generada debe ser sustentada y veraz.
El arte de comer
Por su parte, los foodies tienen bien marcada su posición de recomendar aquello que les gusta, y su intención no es la de convertirse en expertos gastronómicos, sino seguir disfrutando del buen comer y beber.
Para Héctor Mijangos, egresado de ingeniería en electrónica y sistemas, tiene un gran pasado musical como fundador de Noiselab Récords, y para él, los foodies son los grandes descubridores de la gastronomía actual, porque buscan en todos los lugares sin importar que sean refinados.
“Yo, por ejemplo, soy fanático de la pancita, y ese lugar donde la como no lo descubrí yo, sino mis papás que me llevaban de niño. Lo que yo hago es ir a comer a un determinado lugar y si me gusta comienzo a subir fotos. Las redes sociales son una gran herramienta, sirven para promocionar y también para divulgar si algo no está bien”. aseguró Mijangos.
Mónica Dionne, actriz profesional, define la gastronomía como otra de sus grandes pasiones, por lo que siempre anda en busca de nuevas experiencias gastronómicas.
“Me encanta comer y subirlo a las redes, recomendar porque es un placer poder compartir desde lo que uno cocina hasta la experiencia que uno ha tenido”, afirma.
A diferencia de los “foodies” que usan las redes sociales para hacer recomendaciones a las masas, Koichi García, experto en relaciones públicas, lo hace de manera personal, y señala que muchas personalidades le piden su recomendación.
Desde su perspectiva, Koichi señala que los gastrónomos cada vez son más estrictos en sus reseñas, no obstante, agrega, en ocasiones tienen intereses económicos.
“A veces escriben que tal lugar es la quinta maravilla, pero percibe un pago, y al siguiente mes, que le dejaron de pagar, ese restaurante ya no aparece en su lista. Pierde credibilidad y eso es grave“. Hay gente que sólo hablan bien porque les invitaron una comida y eso es falta de seriedad. Por ejemplo, en mi caso, cuando voy por mi propio pie a un lugar que no vale la pena, por supuesto que lo difundo”, puntualiza García.