En abril, los árboles de tilo tienen sus troncos llenos de savia, temporada que los torneros rusos aprovechan para salir al bosque y obtener la madera ideal (suave y ligera) que les permita fabricar sus matrioshkas, esas muñecas encajadas unas dentro de otras y que son el souvenir más popular del futuro país anfitrión del Mundial de futbol 2018.
Al maestro tornero le tomará dos años en preparar la madera. Pasado el tiempo, tomará sus cinceles y comenzará a tallar la primera matrioshka: primero, la más pequeña, la que dará la medida para hacer la parte inferior de la siguiente muñeca; después, hará la parte superior de ésta y así continuará hasta completar una serie de cinco, ocho, 10, 25 o 30 matrioshkas, todo dependerá de su ingenio y dedicación.
(Foto: Istock)
¿En que se inspiraron los rusos?
En 1890, el mecenas Savva Mamontov visitó una exhibición de arte en Japón, donde se encontró con una representación de las siete deidades de la fortuna. Cada una estaba dentro de la otra, siendo Fukurokuju, dios de la sabiduría y la felicidad, el más grande y el que contenía el resto de las divinidades.
Al volver a Rusia, Savva presentó la idea al tornero y pintor Serguei Maliutin; él hizo su propia versión del juguete: la representación de una mujer rusa campesina feliz, que acogía dentro de ella a toda su descendencia, incluyendo a su “nieto” recién nacido.
Por esto, se cree que las matrioshkas son un símbolo de fertilidad, maternidad y la unión de la familia, ya que su nombre proviene de la palabra matriona, cuyo significado es “dama respetable” o “madre de familia”.
La artesanía también se puede encontrar bajo el nombre de mamushka o babushka.
Fue hasta el año de 1900 cuando la artesanía cobró fama mundial al ser llevada a la Exposición Universal de París y ganar una medalla de bronce como el “mejor juguete desmontable”, desde el punto de vista educativo y técnico.
Su evolución
La conquista espacial generó un cambio en la fabricación de las muñecas, pues se comenzó a crear una serie dedicada a los cosmonautas, algunas incluían casco y escafandras o podrían estar dentro de un cohete.
Tras la desintegración de la URSS y la llegada del liberalismo, las matrioshkas representaron a los políticos en turno. En la actualidad, se pueden encontrar modelos inspirados en artistas, futbolistas, caricaturas y personajes de historia actual, como Barack Obama.
También ha cambiado el número de “hijas” que contiene cada matrioshka. Se pueden encontrar juegos de 100 elementos.
(Foto: Istock)
En Moscú hay un museo dedicado a este souvenir que ofrece visitas guiadas que cuenta la historia de las muñecas y la de sus artesanos.
El mejor lugar para comprar una matrioska es Arbat, una de las calles principales de la capital rusa, repleta de tiendas de recuerdos. El precio dependerá de la complejidad del diseño, las hay desde 200 rublos (tres dólares).
mdgm