En la actual administración federal 12 inmuebles han sido declarados monumentos artísticos por la Presidencia de la República, en el caso de los públicos, y por la Secretaría de Educación Pública, en el caso de los particulares, como lo estipula la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, de 1972. Quedan 20 días para el cambio de gobierno y están pendientes de firma expedientes de 16 edificios, redactados en su totalidad y con todos los requisitos.
Hace ocho años se formuló el expediente para la declaratoria del Museo Diego Rivera Anahuacalli, única obra arquitectónica de Rivera y hecha en colaboración con Juan O’Gorman; el documento pasó a la SEP en febrero de 2004 tras ser revisado por la Comisión Nacional de Zonas y Monumentos Artísticos del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
Otro ejemplo de retraso es el del Conjunto Torres de Satélite, obra de Mathias Goeritz y Luis Barragán, único arquitecto mexicano reconocido con el Pritzker (equivalente al Nobel de la Arquitectura); el decreto fue redactado en 2009 por la SEP pero aún espera la firma presidencial y su publicación en el Diario Oficial de la Federación (DOF).
Un tercer caso es el del Conservatorio Nacional de Música, obra de Mario Pani inaugurada en 1949 que desde 2008 espera la declaratoria.
Las declaratorias de Monumento Artístico son para obras de arte y arquitectura del siglo XX, y estos casos son procesados ante el INBA (los que datan de siglos anteriores se llevan ante el Instituto Nacional de Antropología e Historia). Una declaratoria representa la salvaguarda de ese patrimonio y su entorno (por ejemplo, que al lado no se construyan obras de dimensiones que afecten su visibilidad e integridad); también permite allegarse de recursos, obtener exenciones de impuestos, ser promovido en campañas y programas. Si bien representa una calificación que le da estatus, al mismo tiempo para muchos particulares dificulta la posibilidad de construir o modificar la edificación. Esta declaratoria es la mayor, y tal vez única, forma de protección de los patrimonios del siglo XX. Al ser reconocidos como monumentos artísticos, la conservación y restauración debe ser vigilada por el INBA.
Declarados y por declarar
De acuerdo con información proporcionada por el Instituto tras una petición de EL UNIVERSAL que fue cotejada con el Diario Oficial de la Federación, en la actual administración han sido declarados monumentos artísticos: Altos Hornos 1 y 3 de Monterrey, en el Parque Fundidora; el Museo Nacional de Antropología el Antiguo Hotel Playa en Ensenada, Baja California, el Súper Servicio Lomas, y siete casas habitación en las colonias Roma, Juárez e Hipódromo Condesa, en la ciudad de México.
El INBA asegura que “se encuentran en proceso final de revisión en el área jurídica de la SEP 16 expedientes técnicos para Declaratoria de Monumento Artístico” entre los que figuran en la ciudad de México el Conservatorio, el Museo Anahuacalli, los centros escolares Benito Juárez y Revolución, la Escuela Primaria Estado de Jalisco y la Capilla de Nuestra Señora de la Soledad conocida, como “El Altillo”, y en otras ciudades del país, las Torres de Satélite, en estado de México, el conjunto escultórico de Xilitla en San Luis Potosí, la Benemérita Escuela Normal de Coahuila, la Basílica y Parroquia de la Purísima Concepción, en Monterrey, la Plaza de Toros “La Petatera”, en Colima; el Reloj Monumental de Pachuca, en Hidalgo, de comienzos de siglo XX y símbolo de esa ciudad.
Los centros escolares en el DF son especialmente valiosos porque en ellos se encuentran murales de destacados artistas: en el Benito Juárez hay uno de Roberto Montenegro; el inmueble fue realizado entre 1923 y 1925 por el arquitecto Carlos Obregón Santacilia, autor también del Monumento a la Revolución. En el Centro Escolar Revolución hay frescos de Raúl Anguiano y Aurora Reyes, y los vitrales de su biblioteca fueron diseñados por Fermín Revueltas. La escuela Estado de Jalisco fue realizada por O’Gorman entre 1932 y 1934, y cuenta con un mural de Ramón Alva Guadarrama.
Sin respuestas
EL UNIVERSAL solicitó al INBA una explicación acerca de por qué se tiene que esperar tanto tiempo para la declaratoria aun cuando ese mismo instituto en todos los casos arriba citados ya avaló las primeras etapas de los trámites e incluso ya los integró al Catálogo Nacional de Inmuebles con valor Artístico. Sin embargo, esta pregunta no fue respondida.
Las declaratorias emitidas hasta ahora abren preguntas sobre los criterios tomados en cuenta porque no se explica cómo siete casas en las colonias Roma, Condesa y Juárez en el DF han recibido la declaratoria de Monumento Artístico, y en cambio inmuebles públicos como el Conservatorio, el Reloj de Pachuca y las Torres de Satélite -que es uno de los emblemas de la arquitectura mexicana del siglo XX- no la obtienen todavía.
De esas residencias particulares en la colonia Roma, cuatro son propiedad de Bruno José Newman Flores (director del MODO, Museo del Objeto del Objeto) y su hija Paulina Newman Romero, de acuerdo con los decretos publicados en el DOF. Una de las casas, la de Colima 145, es sede del MODO. Y la Ley de Monumentos en su artículo 11 señala que “los propietarios de bienes inmuebles declarados monumentos históricos o artísticos que los mantengan conservados y en su caso los restauren podrán solicitar la exención de impuestos prediales correspondientes”.
En este sexenio hubo dos casos reveladores de lo que enfrenta este patrimonio: la visibilidad de las Torres de Satélite se vio amenazada en 2009 con la construcción del Viaducto Elevado Bicentenario; tras un litigio entre vecinos y autoridades del gobierno estatal, entonces encabezado por Enrique Peña Nieto, la Secretaría de Comunicaciones de la entidad determinó que la obra vial pasaría a nivel de piso. La Fundación Casa Luis Barragán se quejó de afectaciones a la explanada de ésta meses después. Catalina Corcuera, directora de la casa, dijo a EL UNIVERSAL que están a la espera de la declaratoria y que lo único que saben es que el expediente está en oficinas de la SEP.
El llamado Súper Servicio Lomas, obra de Vladimir Kaspé, ejemplifica que la declaratoria no garantiza la protección del Patrimonio. Tras obtener la declaratoria provisional del INBA en 2007, en abril de 2011 se publicó en el DOF, pero desde 2010 una parte del edificio comenzó a ser demolida.
Otra pregunta que surge ante las decisiones de declaratorias es por qué de 12 acuerdos sólo tres corresponden a inmuebles localizados en entidades diferentes al DF: Nuevo León y Baja California. Esa situación se repite con las declaratorias pendientes: de 16, según lo que informa el INBA y lo que muestra en su página la Cofemer (Comisión Federal de Mejoras Regulatorias de la Secretaría de Economía), por lo menos siete se ubican en la capital del país.
El retraso en la firma de estas declaratorias, en opinión de Hilda Trujillo, directora del museo Anahuacalli, sólo se explica por la burocracia en la SEP.
“La arquitectura del siglo XX se destruye a pasos agigantados. Es una falta notable que, por ejemplo, el Anahuacalli no tenga declaración, los procedimientos son muy lentos y se tiene que hacer algo para agilizarlos”.
Formular el expediente no es tardado: es requisito demostrar la propiedad, hacer el apeo y deslinde de terrenos, entregar planos y un documento donde se justifica la importancia histórica del inmueble.
“El problema es que (el expediente) puede pasar años en el escritorio del secretario de Educación Pública. No sé por qué, no parece que sea una prioridad la arquitectura del siglo XX. Es cuestión de burocracia en la SEP. Los trámites son tan burocráticos que sorprende que ahora que llegó el nuevo secretario, José Ángel Córdova, al mes o mes y medio instruyó a Conaculta y al INBA para enviar gente del jurídico, y se comunicaron con nosotros de la SEP para pedir otros documentos, cuando con los anteriores secretarios no se hizo nada. Esperamos que sea firmada y emitida la declaratoria, y luego continuaremos con la solicitud para obtener la del Museo Frida Kahlo”, afirma Trujillo.