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“No es justo que las computadoras duren tan poco tiempo. Recientemente, estaba trabajando en mi tesis y mi laptop ya no prendió, todo mi trabajo estuvo atrapado ahí y al llevarlo a un técnico solo logró sacar mi información, por la computadora ya no pudo hacer nada, dijo que era mejor comprar una nueva”, expresó Claudia Ferrer Mariano, quien estudia una maestría en Historia del Arte y cuya computadora fue “víctima” de la obsolescencia programada.
Como esta laptop se le han apagado otras dos con anterioridad, las tres eran de la misma marca y siguieron el mismo patrón: se descompusieron casi a los tres años de haber sido adquiridas.
“La primera me la regaló mi hermano, casi a los tres años comenzó a tener fallas en el monitor, los técnicos me dijeron que ya no tenía solución. La segunda se empezó a trabar, no se reproducían correctamente los videos y era lenta para todo, hasta que se apagó. Con la tercera, desde el principio se descompuso el USB y con el tiempo fue deteriorando sus funciones hasta que se apagó con mi tesis dentro”, refirió la estudiante
El principal reclamo de muchos consumidores como Claudia es el no poder confiar en que sus aparatos electrónicos duren varios años a pesar de que, por su precio, “no podemos estar reemplazando cada 6 meses, ni cada año o año y medio estos aparatos”, señaló.
ESTRATEGIA DE VENTAS
La obsolescencia programada es una práctica comercial impulsada por los fabricantes, no sólo en la industria de Tecnologías de la Información y la Comunicación, sino también en otras áreas que busca desarrollar y diseñar productos con un ciclo de vida que llegue a su fin de manera rápida, para ser reemplazados en tiempos cortos y hacer que haya más venta de mercancías.
“Esto data desde hace siglos en diferentes magnitudes y con diferentes tecnologías, ahora lo vemos como un proceso más acelerado, por ejemplo, en el ciclo de vida de los smartphones”, refirió en entrevista para Techbit Saúl Cruz, director ejecutivo de Select, empresa de consultoría en TIC.
Por su parte, Cristina Rivas, gerente de Consumo de IDC México dijo que este fenómeno tiene que ver con una evolución de la misma tecnología que empuja al usuario a volverse más evolucionado y maduro en cuanto al uso. “Si no hubiera este empuje por parte de la industria o de los fabricantes, el ritmo al que estaría avanzando no sería tan rápido tanto en investigación y desarrollo de nuevos productos”.