BUENOS AIRES, ARGENTINA.— Estando en la preparatoria, el queretano Raúl Ruíz Rivera conoció a Diego Ugalde, y a pesar de los constantes viajes de ambos la amistad perdura. Por impulso de Diego, Raúl comenzó a involucrarse en el teatro.

Diego había regresado a Querétaro de un viaje por la India, en donde había aprendido a fabricar marionetas y a darles vida. Juntos comenzaron a crear pequeños entremeses de marionetas, y así fue como surgió la Compañía Banyan de Marionetas, montando obras como Sueños de oriente, La princesa en la luna y Vendrá la muerte.

En cada obra se notaba una evolución y nuevas necesidades creativas, “el teatro se convirtió de un pasatiempo a algo muy serio, era una forma de vida, en una dimensión ritual y espiritual”.

Y mientras Diego creaba las marionetas, Raúl se dedicaba a escribir las obras, como la de Kaplan, historia de un tigre.

“Diego llegó y me dijo: tengo una imagen de lo que quiero que hagamos en títeres, es un cazador que está en el bosque y se encuentra frente a frente a un tigre, le quiere disparar una flecha y al final, después de muchísima tensión, no dispara. Y le dije: ¡Ah, está buenísima la imagen! ¿Pero cómo hacemos una obra de teatro así?”

Y con ese impulso y pasión que caracterizan a Diego, le dijo: “No sé, yo voy a ponerme a hacer las marionetas. Y con la paciencia que caracteriza a Raúl se quedó “dándole la vuelta a qué historia había detrás de ese cazador y de ese tigre”.

Dejar la Compañía Banyan fue difícil para Raúl, pero el viaje a Argentina era necesario, “al mundo de las marionetas llegué por acompañar a Diego, por ayudarlo, y la decisión que tomé fue la de venir a buscar algo más mío, en el ámbito del cine, en muchos aspectos lo veo muy conectado y muy similar al trabajo que se hace en el teatro con el cine, pero esto es más mío”.

Además del teatro, Raúl tiene sus inéditos de poesía, cuento y de las recetas de cocina que ha logrado reunir en el tiempo que lleva viviendo en Argentina; algunos platillos en los que se mezclan los sabores de la comida hindú, musulmana y mexicana. También ha tomado clases de tango, “no diría que bailo tango, pero ahí la llevo”.

No ha sido complejo adaptarse a la cultura del sur de América. “Llegar a Argentina implica las dificultades de llegar a cualquier país, adaptarte a la comida, buscar una vivienda, aprender las costumbres y la cultura, no es un proceso que me haya costado y dolido, es un proceso rico, conocer una cultura nueva”.

Para 2014 está programado su regreso a México, para la filmación de su documental, posteriormente regresará a Argentina para editarlo y presentar los exámenes finales que le darán el título de maestro en Periodismo Documental. Su regreso a Querétaro tendrá que esperar. “Sí tengo que regresar, es el lugar dónde crecí y dónde vive mi familia”. (Rocío G. Benítez)

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