El Ballet de Kiev fue ovacionado en El Josefa, de Querétaro. Fueron recibidos como campeones de la noche ante el público queretano.
No afectó el que hubiera dos intermedios, que uno de ellos se tardara un poco más de la cuenta y que el espectáculo se extendiera por tres horas, detalle que para el queretano promedio cuenta, tan exigentes ellos en eso de los horarios y si no, que le pregunten al bailaor Joaquín Cortés, cuando se presentó en este mismo lugar hace un año.
No estorbó que no hubiera suficientes programas de mano para saber, siquiera, el orden en el que se iban a presentar las piezas: ‘Carmen’, ‘Sílfides’ y ‘Sherezada’, y no andar preguntando con las acomodadoras del lugar y correr el peligro de que las pobres mujeres confundan ‘Sílfides’ con ‘sífilis’.
Manual para saber quiénes bailan en la primera línea: Kateryna Kozachenko, Irina Surneva y Ruslan Bentsianov y enterarse quién produce (Erick Zedan) y quién es el director artístico (Víktor Ischuk).
Una guía para los que no estamos enterados sobre los detalles de una de las tres escuelas de ballet más importantes del mundo, todas con sede en Rusia, en Europa del Este.
El éxito en Querétaro fue rotundo y no podía ser de otra manera, cuando la belleza y la perfección de los cuerpos se empoderan en un escenario.
Nadie puede hacer nada ante una obra tan llena de coraje y feroz sensualidad como en ‘Carmen’ con el Kiev. Con esa corrida de toros en puntitas y tutús, y los romances llenos de roces peligrosos entre los bailarines.
El espectador se desarma ante las ‘Sílfides’ ucranianas y esas esculturas vivientes, de formas bellas y románticas, como pintadas por un pintor de siglo XVIII. Ballet sin trama, sólo poesía y movimiento, dedicado los espíritus del aire.
Nada se puede hacer ante la tragedia de ‘Sherezada’ de Las mil y una noches, donde el amor cae a los pies de la avaricia y el poder. Nada se puede hacer cuando ‘Sherezada’, coqueta y seductora, baila con su amante, y lo seduce con todo sus encantos. Nada cuando cae muerta, juzgada por su padre y su esposo, un suicidio y nadie gana, todos pierden. De telenovela.
Tampoco es posible no pensar en política al ver esta compañía de Ucrania en México, luego de los hechos bélicos en ese país y su vecino, Rusia. No es posible pensar que tanta violencia surja en un país, una región, donde se hace y se vive para el ballet y la belleza corporal del arte.