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Otoño e invierno son las mejores temporadas para las compañías rusas de ballet clásico y dos obras son más solicitadas en el mundo: El lago de los cisnes y El Cascanueces. El público hace fila para verlos y ellos se preparan para ser vistos.
Los agentes internacionales contratan las compañías con meses antelación para llevarlas a sus países.
Para que el Ballet de Moscú, por ejemplo, pudiera traer su Cascanueces a México, se contrató con un año de antelación, contó a EL UNIVERSAL Querétaro Emilia Kovac, representante de la compañía en el país.
“Hay una gran demanda”, dijo esta polaca que radica en México desde hace más de 20 años.
Pero no siempre fue así. Durante el comunismo, los bailarines rusos tenían prohibido salir de Rusia y sus presentaciones se limitaban a países de Europa del este y aquellos lugares donde ondeaba la bandera roja con la hoz y el martillo. “Fueron años terribles para ellos”, contó la representante.
Terrible para un país y una cultura cuyo principal producto de exportación es el vodka y el ballet.
Terrible para país cuyo principal patrimonio son obras como El cascanueces, un clásico de 1892, original de Ernest Theodor Amadeus Hoffman, y llevada a la danza con música de Piotr Ilich Chaikovski y coreografía de Marius Petipa.
En Rusia existen muchas compañías de ballet, cada región tiene la suya, todas con una gran calidad de ejecución.
La calidad del ballet clásico se debe, explicó Kovac, a su educación: “Como dijo Lenin, lo importante es aprender, aprender, aprender”, agregó.
“También por la grandeza de la educación rusa, hay mucho talento, las escuelas de ballet y los concursos para elegir a los niños son muy exigentes, no puede entrar cualquier niño o niña”.
En este caso, la compañía que se presentará el 15 de diciembre en el auditorio Josefa Ortiz de Domínguez es el Ballet de Moscú, Corona del ballet ruso, que trae al país su escenografía original, donde se representa desde un castillo, un bosque nevado, y varios pasajes más.
“Alguien me dijo: ‘ay señora, es lo más hermoso que he visto en mi vida’, y eso nos da mucho gusto, porque hay compañías que salen de viaje y no traen una escenografía muy buena, que se usa sólo para los viajes, ya desgastada”.
La representante también recomendó el trabajo de la primera bailarina Liulia Nepomniashchaia, a la que consideró como “una niña prodigio”, descubierta a los 14 años y ahora, con 26 años, está en el mejor momento de su carrera.
“El público de México es muy exigente, es de los más demandantes”, concluyó la representante.