México se distingue por contar con una gran variedad de antojitos, los cuales son un deleite de nuestra gastronomía. Pequeños bocadillos con base en masa de maíz, asados o fritos, aderezados con diferentes salsas, frijoles refritos espolvoreados con queso, lechuga en finas rebanadas, cebolla y cilantro picado son el inicio de un manjar.

Chalupas, gorditas, pellizcadas, peneques, sopes, tlacoyos, tostadas, quesadillas, pambazos y tamales, son algunos ejemplos de la vasta gama de estas especialidades que posee el crisol culinario de nuestro país. Sin duda, se trata de manjares que deleitan el gusto culinario y refuerzan las celebraciones de Independencia.

José N. Iturriaga menciona en su libro Las Cocinas de México, que la “cultura del antojo” es, en buena medida, eje de la alimentación popular de México. Ningún extracto social es ajeno a esos platillos sin plato, que podríamos considerar informales (aunque a veces constituyen un banquete en forma).

“Por otra parte, la extensa y exquisita culinaria mexicana, sin excepción de regiones, tiene guisos que podrían ser calificados como de ‘alta cocina’, término que en general no uso porque pareciera implicar que también hay una ‘cocina baja’, lo cual es ridículo: todas nuestras cocinas son importantes. Lo que resalta con esa expresión es la compleja preparación y notables resultados que muchos de sus platillos tienen”, dice el investigador culinario.

Crisol de sabores

En el tema del antojo, la posibilidad de géneros que ofrecen los fogones mexicanos es enorme. Hablar de estos bocadillos conforman un listado deliciosamente interminable, que fácilmente pueden considerarse como una comida completa o simplemente un ‘tentempié’.

Estos bocados nacionales han superado mucho más de 10 generaciones, comprobando su permanencia en el gusto de los mexicanos, superando modos y modas temporales. Ejemplo de ello, es la antojería El Parnita, un pequeño lugar en la Colonia Roma, donde se ofrecen a diario platos que reúnen ingredientes y sabores de la República Mexicana.

“Nuestra carta es una recopilación de recuerdos de viajes que realicé al lado de mis padres por todo nuestro país. Se trata de pequeñas preparaciones, las cuales se pueden disfrutar en un ambiente ameno y de fiesta, en este caso, la noche mexicana.

“Son platillos que se tienen que acompañar con las tradicionales aguas frescas, con las frutas de temporada o la acostumbrada agua de limón con chía. También, un buen acompañante de los antojitos son los tequilas o mezcal de Oaxaca”, puntualiza Nicolás Martínez, propietario de la antojería El Parnita, de la ciudad de México.

Culinaria de tradición

En la parte del bajío de México, a los restaurantes de antojitos se les llama cenadurías; son lugares pequeños que sólo abren por las noches, para darle rienda suelta al antojo. En estos sitios puedes saborear pambazos, pozoles, tacos dorados o suaves, tortas y tamales.

En Puebla existen las famosas semitas o tacos árabes; en el estado de México hay sopes, tlacoyos y quesadillas; en el sur del país, tamales y molotitos de masa rellenos de algún guiso o simplemente de frijol negro; al norte, las famosas empanadas, dulces o saladas, así como algunos tacos de mariscos.

Sabores festivos

Uno de los lugares que se dedica a difundir antojitos mexicanos, pero con una presentación de alta cocina mexicana de vanguardia es el restaurante El Chapulín, donde el chef José Manuel Baños, del restaurante Pitiona, en la ciudad de Oaxaca, creó una carta selecta de platillos típicos de varios puntos de la República Mexicana.

Sopecitos de carne de venado jalisciense sellado en plancha, esfera de plátano macho maduro y rostizado, y tamalitos de mejillones en adobo costeño, son tan sólo algunas de las especialidades que podrás disfrutar durante este mes patrio en el restaurante Chapulín, con las que te ‘chuparás los dedos’.

Google News

TEMAS RELACIONADOS