“Yo pensaría que no hay mayor virtud que hacer de tu estilo una tendencia, y no al revés. Me gusta la moda, me interesa sobre todo desde el punto de vista de los procesos creativos de algunos diseñadores, pero creo que lo más atractivo de este medio es tomar aquello que te funciona y te sienta bien para hacerlo realmente tuyo”, comenta la actriz e icono de estilo, Charlotte Gainsbourg, y sus palabras resultan proféticas para comprender una de las pautas que este otoño se impone con fuerza: el estilo bohemio.
Pero, como es lógico suponer, las firmas y los diseñadores han apostado por llevar esta historia a otro nivel, uno más complejo y conceptualmente seductor. “La idea no es sólo mirar hacia el pasado en busca de inspiración, sino recuperar ciertos elementos para ponerlos al día y, sobre todo, armar con ellos una imagen moderna”, señala Stephen Gan, director creativo de la edición norteamericana de Harper’s Bazaar. En este sentido, la misión, sin duda alguna, se ha cumplido.
Estallido retro-futurista. Al observar con detenimiento los elementos que construyen el nuevo estilo boho chic, encontramos que hay muchos aspectos que indudablemente provienen del pasado –sobre todo de los años 60 y 70– pero la manera de combinarlos y enriquecerlos con diversos complementos y accesorios resulta ciento por ciento contemporánea. La pregunta, entonces, sería: ¿estamos ante una tendencia retro que, al mismo tiempo, mira hacia el futuro? La respuesta es un rotundo sí.
Una actitud relajada, que parecería coquetear sin recato con el escapismo existencial, resulta básica para llevar esta directriz estética como es debido: ¡con onda! Por ello, explorar en la historia de la doctrina hippie nunca está de más. Según Georgina O’Hara Callan en su libro Diccionario de la moda y de los diseñadores, se trata de un “movimiento social surgido en Estados Unidos hacia mediados de la década de 1960, heredero de los beatniks. Los hippies llevaban el cabello largo, iban descalzos y usaban prendas y accesorios multicolores, a menudo viejos. En los años 70 muchos diseñadores copiaron la moda hippie, como los abrigos y las camisas de retales, las faldas largas de vuelo y con volantes, así como los dibujos y estampados psicodélicos. Se trata de un estilo en apariencia breve, pero cuya influencia persis- te en la moda, sobre todo en las prendas holga- das y cómodas con detalles étnicos y tejidos exóticos”.
Con todo ese bagaje cultural, sería tentador imaginar que una tormenta vintage es lo que se impone para este otoño. No es así. Los materiales innovadores (desarrollados con tecnologías de punta que les brindan mayor elasticidad y, por lo tanto, un ajuste perfecto), el uso de ingredientes de lujo accesible y los “efectos especiales de iluminación” (desde las lentejuelas y los chispazos de glitter hasta los bordados refulgentes, pasando por la pedrería y los cristales) hacen de cada outfit una declaración de contemporaneidad. A eso, además, hay que sumar el catálogo de siluetas que antes no figuraban en el panorama y, por supuesto, el espíritu mix & match, es decir, la delicada tarea de unir elementos contrastantes que, al final, deben integrar una fórmula armónica y equilibrada. No es una tarea fácil, créeme.
La construcción de la fantasía. “Siempre he creído que la imaginación es la mejor amiga de la moda; si algo es aburrido, entonces se trata sólo de simple ropa, nada más. La moda exige un juego fantástico que reta a la creatividad”, solía decir la mítica Anna Piaggi, cuando alguien la interrogaba sobre su extraordinaria capacidad para atrapar las miradas mediante su imagen, inigualable hasta el día de hoy en el fashion system. Piaggi tenía razón: la moda es una disciplina que, al menos en las esferas del Prêt-à-Porter y la Haute Couture, requiere de una renovación constante, signada en todo momento por la originalidad y la inteligencia. Al respecto, la nueva expresividad bohemia se estructura básicamente con esos referentes: imaginación, creatividad y una considerable dosis de fantasía.
La moda no se alimenta exclusivamente de las referencias históricas, eso es bien sabido; lo que suele hacer es tomar los principales nutrientes de una época o vertiente del pasado para convertirlos en el punto de partida que edificará ecuaciones que se muevan con soltura en la actualidad. Así pues, el boho chic 2014, que bien merecería el título de boho fantasy, ha saldado sus deudas con las décadas anteriores, codificando una señal bien recibida por los adoradores de la moda, lo cual hace sonar todas las cajas registradoras. Y eso, por obvias razones, merece un aplauso... O varios, a decir verdad.