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La danza para Marcela Dovalí es mágica, le permite unificar el contacto entre cuerpo, mente y espíritu con el universo expresando todo ese sentir a través de los movimientos, asociados con la respiración y el ritmo cardíaco.
Marcela es originaria de la Ciudad de México y llegó a vivir a Querétaro a los seis años. Desde muy pequeña tuvo interés en la danza, mismo que la llevó a desarrollarse profesionalmente en distintas áreas escénicas, es licenciada en Danza Contemporánea con especialidad en Producción Escénica.
Gracias a su dedicación y ganas de ser cada día mejor ha desarrollado una gran capacidad para compartir sus conocimientos como docente, otra de las pasiones que la hacen sobresalir.
Un día su madre le hizo la siguiente pregunta “¿Qué quieres hacer en las tardes?”. Marcela respondió que bailar, su madre le mostró las casas de cultura y los diversos talleres que ofrecían y ella eligió la Danza Folclórica, la cual cursó de los 6-14 años en la Casa de Cultura Ignacio Mena con la profesora Esther López Ferrusca.
Uno de sus mayores sueños en la adolescencia era el formar parte del ballet que dirigía Amalia Hernández en la Ciudad de México, pero desafortunadamente no se pudo concretar ya que su familia en ese momento no tenía la intención de regresar a la capital.
“Como anécdota siempre me apasionó bailar, mi madre me decía que cuando prendía el radio en la estación de Radio Universidad y pasaban la música africana yo no podía dejar de bailar, si no hubiera sido bailarina quizás mi vida no sería tan mágica y completa como lo es ahora”.
Marcela Dovalí nos abrió su corazón y nos compartió lo mucho que le apasiona la danza, cómo lo vive en cada interpretación, la preparación constante que ha tenido para cumplir sus metas, así como la experiencia de subir a un escenario, un momento único.
Al saber que no podrías irte al Ballet de la profesora Amalia Hernández, ¿cuál fue tu alternativa?
—Mi mamá me llevó a la escuela de la maestra Guillermina Bravo, me dijo no es folclore es contemporáneo pero bueno la disciplina es disciplina aquí y en China, recuerdo perfectamente que la expresión de mi madre fue como de ojalá que le guste y no se arrepienta al final y se salga.
¿Entonces desde tu infancia estuviste en escuelas de danza?
—Hice la secundaria en el Centro de Educación Artística (CEDART). Después desarrollé el interés en ser maestra de danza, por lo que decidí especializarme desde la preparatoria ingresando a unos talleres que en ese momento estaba ofreciendo el Centro Nacional de Danza Contemporánea de Querétaro (CENADAQ) por las noches y me encantaron. Posteriormente audicioné y quedé entre los seleccionados. Estudiamos 28 y sólo yo terminé la licenciatura en Danza Contemporánea.
¿Cómo fue que te especializaste en Producción Escénica?
—La carrera tuvo una duración de siete años, en ese periodo nos ofrecieron cinco especialidades pero a mí me llamó mucho la atención la producción escénica por todo lo que esconde.
¿Por qué la Producción Escénica?
—Porque es todo lo que nadie ve, es mágico todo lo que sucede detrás del escenario, cuantas personas trabajan, todo el proceso que se realiza para dar un buen montaje, cómo se transforma, el montar y desmontar todo, eso es realmente increíble, esa magia que se genera para que el espectador pueda disfrutar de una presentación.
¿Ha sido un camino difícil?
—Sí, realmente es un camino muy difícil no es sencillo desarrollarse en este ámbito, es una carrera que requiere tiempo, muchos sacrificios y esfuerzos dando siempre lo mejor de ti. Es una disciplina no solo un hobbie.
¿Cómo fue el apoyo de tu familia respecto a tu profesión?
—Fue un apoyo completo desde el inicio, siempre estuvieron al pie del cañón y orgullosos de mi talento. Estoy muy agradecida con mi familia y con la vida por lo que he logrado hasta ahora, pues hago lo que me gusta y me apasiona. ¡Soy feliz!
Si hubieras tenido la posibilidad de dedicarte a otra cosa u otra danza ¿Cuál habría sido?
—Si hubiera habido la posibilidad de dedicarme a otro estilo de danza creo que… la danza es mágica, bailes lo que bailes el simple hecho de tener contacto con tu cuerpo, de poderte expresar a través de tus movimientos que vienen del corazón en coordinación con la respiración es vida. Sin duda cualquier danza me hubiese gustado, pero puedo decir que admiro a los que hacen break dance que es un baile urbano, el belly dance, pues tiene la capacidad de conectar tu parte femenina a la tierra y el cosmos.
¿Cómo fue que encontraste tu pasión y facilidad para el canto?
—El canto desde siempre me ha gustado, pero de pronto el miedo de toda bailarina llegó, se me rompieron los ligamentos cruzados de la rodilla izquierda en una clase, por lo que dejé de bailar alrededor de tres años ya que mi rodilla no me respondía. Fue ahí cuando un amigo me invitó a un proyecto de niños, y me dijo que no tenía mucha exigencia en cuestión de brincos o así. Entonces fue como después de medio año de la operación me uno al proyecto que me volvió a la vida al poder pisar nuevamente el escenario y lograr esa energía con el público estando del otro lado de la escena.
¿Cuál fue este proyecto y quién te invitó?
—Me invitó Alejandro Guevara y me hizo descubrir una faceta de mí que no conocía a profundidad, entonces empecé a trabajar con Auxmatanci para posteriormente grabar dos discos. Ahí fue donde complementé el ámbito escénico, sin embargo es un tema que sigo buscando y explorando, creo que es algo que jamás debemos dejar, el explorar y el sorprendernos de nosotros mismos y de las capacidades que tenemos, las que considero son infinitas.
¿Cuáles son tus proyectos actuales?
—Ahorita hay un proyecto en descanso con el maestro Ignacio Guizar que es un unipersonal de mis favoritos, pues puedo fusionar la danza y la voz.
Una proyección con Rayito Zamudio. Con un joven que se llama Jovan y en su compañía de acrobacia estamos trabajando un proyecto de Queen.
Además soy coordinadora de logística técnica del Festival África Fusión, es la segunda vez que trabajo con ellos, sinceramente es un proyectazo en el que se vinculan Francia, África y Querétaro, traen maestros africanos, se dan talleres de percusión y danza, así como conferencias y proyecciones. Este año se realizará del 5 al 12 de agosto en el Museo de la Ciudad y Teatro de la Ciudad.