Nació en Caracas, Venezuela, en un barrio salsero. Su padre, beisbolista, quería que siguiera sus pasos, pero ese no era el destino de Felipe Acevedo, él quería tocar música, tocar y tocar. A los 13 años de edad formó su primera agrupación y sin dejar la música se especializó en Pedagogía.
Para Felipe la música no sólo es una pasión sino una poderosa herramienta para cambiar la vida de cualquier persona. En México tiene viviendo 20 años, y en Querétaro fundó Quitiplá, Academia de Percusión que en este mes de julio cumplió cinco años y lo celebra con la preparación de nuevos proyectos, uno de esos proyectos es trabajar con niños y jóvenes sobre el tema del bullying.
En cinco años más de 200 niños y jóvenes han vivido la magia de la música a través de Quitiplá, de ahí surgió la Orquesta de Percusiones Manos Libres en la que niños y jóvenes aprenden de música latinoamericana con el bongó, conga, timbal, cajón peruano y marimba chiapaneca, pero el instrumento de música más importante es el corazón, dice Felipe, “y ese lo tenemos todos, sólo hace falta escucharlo”. También han trabajado con grupos especiales, personas con capacidades diferentes, como Síndrome de Down.
En entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro, Felipe Acevedo habló de la importancia de la música y de los proyectos que están preparando en la Academia de Percusión, en el que involucran desde bebés hasta adultos de más de 60 años.
¿Qué es Manos Libres?
—Es un proyecto de intervención comunitaria a través de la música, nosotros lo que hacemos es que generamos una serie de talleres para insertar a chicos a partir de los 10 años, ahorita tenemos chicos entre los 10 a los 20 años, niños y jóvenes, les damos una serie de talleres de música popular y hacemos una orquesta con estos chicos, no son músicos individualmente, no es un taller de músicos específicamente, sino lo que pretendemos es la construcción del tejido social, nosotros lo que hacemos ahí es que se genera una orquesta desde la comunidad y estamos bastante contentos con los resultados que hemos tenido. La música lo que nos permite es competir con la calle, de alguna manera generamos que estos chicos tengan una comunidad diferente, y un poco competir con esos espacios de violencia y de delincuencia.
¿El proyecto Manos Libres viene de Venezuela?
—Yo soy de Venezuela, aunque tengo 20 años viviendo en México, yo vengo de los programas de la Orquesta Simón Bolívar, yo me formé en esos programas pero Manos Libres se genera aquí en México.
¿Qué significa para usted la música y cuál es la magia de música?
—La música se realiza con el único objeto de concertar, de armonizar, si ya partimos de ese concepto necesitamos del otro para tocar, para que eso suene en armonía. La música genera belleza, genera armonía, además genera lazos, familias, espacios compartidos para lograr transmitir eso que lleva el artista dentro en algo que no puedes tocar, que no puedes oler pero que entra por tus oídos y llega a tu alma. De alguna manera eso no solamente transforma al músico sino al que lo escucha. Es una experiencia que sí genera cambios importantes en los seres humanos, genera cambios importantes en su entorno comunitario.
El proyecto dedicado al bullying, ¿de qué trata?
—Encontramos que México ocupa un lugar bastante alto en el tema de acoso escolar, bullying, y comenzamos ese proyecto en el que con los mismos chicos estamos haciendo una serie de talleres para identificar el bullying como problema no solamente desde la víctima sino desde el victimario, y queremos hacer un disco con temas producidos con los propios chicos, apoyados con Quitiplá Manos Libres que son los chicos más grandes, que ya son músicos, queremos hacer la grabación de un disco que trate el tema de no al bullying: ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo acudir a un adulto mayor de confianza? Queremos poner en la discusión, junto con los niños, este problema que nos afecta a todos. El programa que hace referencia al bullying forma parte del mismo programa de Manos Libres, uno de los objetivos es fomentar la diversidad, la tolerancia, las relaciones de respeto, de convivencia sana y ciudadana.
¿Los mismos alumnos de Quitiplá están haciendo las canciones?
—Sí, estas canciones están surgiendo de los mismos estudiantes y nacen de un taller de composición que nosotros llevamos, en el equipo de maestros de Quitiplá tenemos especialistas en armonía, composición de letras, canto coral. Los mismos chicos producen los temas y con los mismos chicos vamos a grabar, haremos una serie de conciertos en escuelas y tendremos un disco de distribución gratuita. A finales de julio y agosto comenzaremos este programa, nuestro objetivo es la reconstrucción del tejido social a partir de la inversión musical.
¿A quién irá dirigido ese disco del bullying?
—A los jóvenes, un disco hecho por jóvenes para jóvenes, tratando de entender desde su misma perspectiva qué es lo que está pasando con el acoso escolar, lo que nosotros pretendemos es llegar a las escuelas que de alguna manera serían punto de partida para la reflexión.
¿Cómo la música puede transformar esos escenarios de violencia?
—Yo soy producto de esto. Yo vengo de Venezuela, nací en un barrio duro de la ciudad de Caracas, donde yo veía desde mi infancia esos barrios latinoamericanos llenos de violencia, temas duros de estos barrios, y llegaron los talleres de música popular, mi mamá prácticamente me agarra por los cabellos y me mete en el taller y me espera afuera para que no me saliera, fue una maravillosa decisión, ahí conocimos otro mundo. Y si partimos de que la música genera armonía, y que los músicos por regla general no son personas violentas, entonces estamos hablando de que la música genera relaciones de respeto.
¿De qué edad son los alumnos más pequeños que tienen en Quitiplá?
—Tenemos niños a partir de cuatro años y vamos a abrir un taller para bebés, en Quitiplá estamos en la fase final de una investigación de lo que es la música en ese período maternal, a ese taller vendrían con sus mamás y papás, es un curso que no se da solamente al niño, sino que involucra a la familia, es un curso de iniciación musical para bebés, ya hemos comprado algunos instrumentos, tenemos algunas cositas como campanas que vienen afinadas y son de plástico, son con los mismos materiales con que hacen los juguetes para bebés, tenemos tambores específicos para ellos, este curso va a iniciar después de vacaciones. Ahorita, en Quitiplá, nuestro alumno más chico tiene cuatro años y nuestro alumno más grande tiene 66 años.
¿Qué trabajo están realizando con los adultos mayores?
—Generamos una investigación en la que nos encontramos que más del 67% de los adultos mayores sienten invisibilización y abandono, así estén dentro de sus núcleos familiares, y estamos haciendo un proyecto de la recuperación de la memoria histórica de los adultos mayores, se llama: Cuéntame un bolero, nosotros lo que hacemos con ellos, ya iniciamos la convocatoria y ya tenemos participantes de la primera fase, es tener unas tertulias y con unos cronistas, también adultos mayores, escribimos 12 historias de amor añejo: ¿Cómo se enamoraron? ¿Cómo les llegó el amor? Y a esas historias se les pone un bolero, nosotros damos un taller de canto, aunque no tienen que ser cantantes, sino que les guste cantar, y con ellos vamos a grabar un disco en el que incluiremos los cuentos y el vídeo del proceso, y todo finalizará con un concierto en donde ellos compartirán sus historias de amor, para darle valor a su memoria histórica. Esos talleres de Cuéntame un bolero iniciarán a principios de agosto.