En el primer cuadro de la capital queretana se encuentra un pequeño y acogedor lugar que ofrece los platillos más representativos de la cocina francesa, aderezados con un toque mexicano, se trata de “Bistrot Chez Julien”, que retoma el concepto tradicional de estos establecimientos europeos.
Este restaurante ha existido desde hace ocho años, pero no fue sino hasta hace un año y medio que se renovó y adoptó el concepto Bistrot, dándole un giro positivo y logrando cautivar al paladar de cientos de visitantes.
El inicio de la aventura gastronómica comenzó cuando los franceses Frédéric Pascal y Kahlo El Maroof coincidieron en Querétaro en una reunión de la Alianza Francesa y luego comenzaron a idear este lugar para ofrecer un viaje a su natal Francia a través del paladar.
El encargado de la cocina es el chef Jairo Morán, quien es originario de Cadereyta y ha sabido fusionar las bases de la cocina francesa con los sabores mexicanos.
“Mis inicios en la cocina francesa —que es la base de la comida internacional—, se dieron a través de la experiencia que me compartió un amigo que trabajó por 13 años en restaurantes en Francia”, detalló el chef queretano.
Para ser parte de esta experiencia, este restaurante brinda opciones para cualquier hora del día, ya que ofrece desde desayunos, pasando por comida, hasta la hora de la cena, para disfrutar de momentos especiales.
Frédéric Pascal recomienda iniciar el día con unos tradicionales huevos al gusto, chilaquiles o molletes, o bien probar las especialidades de la casa como Croque Monsieur, huevos poché al vino tinto, huevos tibios con anchoa o la quiche lorraine, que es una tarta salada a base de huevo, crema y tocino, gratinada y se sirve acompañada de una ensalada fresca.
Si te toca visitar este bistró durante la hora de la comida, los dueños crearon opciones de menús ejecutivos de tres tiempos, en donde fusionaron la comida francesa con la mexicana.
“La carta es pequeña pero variada y dentro de las especialidades de la casa están los mejillones al vino blanco, pavé de salmón, el filete mignon, conejo a la mostaza, fondue de queso, magret de pato y callo de hacha, y como guarniciones tenemos el Ratatouille”, detalló Frédéric.
Para cerrar el menú con un toque dulce, se ofrece una barra de postres con cuatro deliciosas opciones francesas, entre las que se encuentran los infaltables fondue de chocolate y la crème brûlée.
Además de la evidente opción de degustar una comida especial, los creadores de este concepto organizan cenas maridaje temáticas, que retoman clásicos literarios que se convierten en delicias a la mesa, tal como la experiencia de “El principito”, en donde se sirvió un menú que constó de botón de rosas como entrada, caja y cordero para continuar con el plato fuerte y de postre el árbol baobab, todo acompañado de cerveza artesanal y café.
“La próxima se realizará a finales de julio y será basada en el libro “El viejo y el mar” de Ernest Hemingway”, advierte Frédéric, a modo de invitación.